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l'eido tres veces?
S. Pablo reprendió
a
S. Pedro.
S .' P edro
humildemente lo oyó, y se corri110.
S. Agustín admira la für–
taleza del uno,
y
la humildad del otro-Repite el gran P.
sus pensamientos en la exposicion de la carta
á
los Ga lalas,
en una que escribio
á
S. Jerónimo, en el libro
11
capitulo
l.
0
contra los Donatistas-en el libro contra Cresconio.
EL
tercer texto, que alegan
los escolares de B ·larmi.
no es tomado del capitulo
21
de S. Juan verso
15
y
siguien–
tes.
Ec:;
la historia. Aparecido el S eñor
á
seis de
sús dis–
cipulos en la playa del mar de Tiberiades, despues que tra–
jeron
á
tierra la milagrnsa pesca lograda por su mandato, es–
tando comiendo, dijo Jesus
á
Simon Pedro: ¿Simon ele Juan
me amas mas que estos?
Le dijo
á
J esus, si :Señor, tú sa–
bes que te amo. Le dijo el S eñor apacienta mis corderos.
Le dijo otra vez: ¿Simon de Juan me amas, contestó, -i Se–
ñor tu sabes que te amo. Le dijo Jesus aparienta mis cor–
derns. Le preguntó tercera vez, ¿S imon de Juan me amas?
Se contristó PedrQ_, porque le preguntó tercera vez ¿me amas?
L e responde, Señor tndns la. cosas las con.nces: tu sabes que
te amo. L e rh·
el Señor,
~p
ci
ta mis obejas.»
BsTE
belli uno c-apírq lo
y
ese texto, que para mi no de·
ja duda ninguna de la pPimacia de S. Pedro
71
de sus suc–
cesores, se quiere n
iamente intcl•pretar con tal e tensio11,
qu~
so lo en e l Op1sp,
de
orna se (\Onsidere el
obi~pado.
CoN Eu(i .
10,
eofilato y Rivera entiendo pin· corderos
Jos rccien co 'Lertidos
a
a fé y mas tiernos.
Estos necesi–
tan mayor cuidado
y
por eso el · S eñor Iris
recomienda por
<los veces. En las obejas se
ignifican
los mas robustos. Si–
guicudo
á
Curnelio Alapide, son los primeros los simples fie·
Jes, los segundos los maestros, pastores obispos
y
aposto les.
Aquí no contrndigo
á
Belarmino. [.] Era indispensable una
cabeza. No habia sin e lla unidad. Un colejio, una
asamblea~
un tribunal sin un · pre idente, no darian un paso en orue n:
seria unu confusion.
Por que todos eran obi pos, por que to- ··
dos tenían muy altas facultades, por eso mismo debió
hab~r
un Primado.
l,E
confió á S. Pedro, decia el P. Laines, el apacenla!'
las obcjas, animales que carecen de razon, y
FlO
pueden tenel,.'
pa~te
cu el modo de conduci rse.
Sujetar la razon no es estar
privado de ella.
S i careciesemos de razon, carcoeriarnos de
(.)
Lib.
l
de Pont cap.
16.