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todos sus
s11ecesores,
para mantener
y
formar sieinpr.e
ta
uni-·
dad de la Iglesia •••••••• Pensamiento tomado del padre Lai•
ries.
Se atrevió
á
decir que J. C. hizo esa vez Rºr sí, lo que.
correspon<lia
á
S. Pedro. · No se pretenda, sigue Bolgeni, po1·
e to, que solo S. Pedro
a
esclusion de todo otro, recibió el
obispado,
y
que lo comunicase despues
á
los demas aposto–
les, siendo cosa clara en los ;;antos evanjelios, que los demas
npostoles recibieron tambien el obispado iumediamente de
J.
C.>' [.]
Anovvo: ¡,Por qué texto de la escritura consta, que los
succesores de S. Pedro tendrian la potestad, que el no tuvo?
Si el
ilimitado poder· que se ha que1"ido atribuir a
los pón–
tifices, lo fundan en testos de la escritura, otro texto debia pre–
sentarse, en el que se hubiera dicho, Pedro no gozará del ab·
solutismo, vivos sus colegas,
y
la potestad entera se reserva–
ra para sus succesores: lo que equivale
~ecir,
los succeso–
res de S. Pedro son mayores, que
Jo
que el fae. Es mas
fa–
cil contestar
a
esto, llamandonos Jansenistas, que salir del con·
tlirto con pruebas y raz,mes s.ólidas. No hablemos con hom·
bres, que siguen opiniones contrarias: busquemos las letras di–
vinas.
Si la potes\ad dada
á
S. Petlno e¡;;
la que tienen
los
obispos de Roma, la
a a los apostoles, es la que conitnúa
en los obispos d
las otras Iglesias.
.
ARGUMENTEMOS ahora <;on
la historia: s1 la potestad ám–
plia y cn
m1r1letá
Goff
1
i a
á
los aposto les
faé
vitalicia y con
la
muerte
e.lee los fue recayendo en lo • Sumos Pontífices, des–
de los primeros
sig~os
de la Igles
ia losveriamos en la ple[,li–
tud de ese poder; es así que no h.ay un solo histori'ldor que
nos
refie~a
este hecho, ni por ficcion;
luego ni en S. Pedro
ni en sos succesores, se creyó la fuente de jurisdiccion,
qu~
despues se ha quericlo formar-Santiago Obispo primero de Je–
ru aien murió el año de sesenta y dos. Vivia S. Pedro, cuyo
martirio
fué
en sesenta
y
seis.
La Iglesia de Jerusalen nom–
b1:0
á
Simeon, sin que en esta eleccion, tuviese parte S. Pe–
dro. Este suceso es decisivo.
¡,Y que prueba mas clasica ele
Ja prescindencia, que se tenia del obispo de }loma, que el coQ–
cilio de Nicea?
EL
señor Sc>lis en pocas palabras compendia el aptiguo
órdcn de la eleccion de los Obispl)s, en lo que no variando
los historiadores, debemos recibirlo como un hecho induvitable.
[.]
Cap.
2.