ti6
No es
la
cuestion, que ya al presente nos ocopa, La que
uunca reciben con agrado los 1:1ltramontanos, es la rigoro a ob·
servancia de las leyes reales, para que no tengan efecto las
bulas, rP.scriptos ni breves romanos, sin que los reconozca el
cuerpo, tribunal
ó
jefe elejido al efecto por la nacion. Fal–
tando este requi sito, toda las ordent·s pontificias sufren la misma
suerte, que la bula
in Cama
Domini.
Se canzaron los Pontífi–
ces de repetir las excomuniones, pero Los príncipes nó cedie.
ron en su resistencia.
LA
historia del
execuatur
y
el solido derecho en que se·
funda, lo tenemos en Van.-Spen entre otros muchos recomen–
~ables
canonistas. [.] Es muy facil recopilar las leyes BéJ ..,
J•C:as, Francesas, Es¡.iañolas y auo las Napolitanas, no obstan–
tante haberse barbaramente presumido aquella mrinarquía un
feudo de la silla apostólica. Consta
~n
ellas la oposictc>n cons·
tante
y
jeneral
á
que se admitan las vohmrades de los Pa·
pas sin examen e11 esos dominio : sea cual fuere la forma
bajo de Ja cual se presenten. Para mi el derecho- es indis–
putable: los casos istor1cos demuestran la necesidad absolu–
!ª
en que se allan los
So~ranos
de
~ten,e~lo.
Entre los
mmanentes el r1
;•r
i
co s1 te
en
no conse1 tu.. dos sobera–
nías. Lej1s¡adores aist
ntns
cm ·o ei-e es cont ·arios habían de
causar la desg1 a ia
urbac1 n de los pueolos. ¿A quien
se obed.ecia? ' . te
1
o en;sami o-n,"'9
aJ pur mil volúmenes.
l"l1
los H
t1ficEf' , 1
itados 1:1nica e te
ft..
materias espi–
rituales, en
s.usbuJas
y
breves no se hubieran _Jamás contraí–
do
a
otros puntos, que
á
dictarles mejores r glas de moral,
extirpar las herejías, correjir lus escandalos, velar sobre la sa–
lud eterna del reb¡ño: mi voto
y
el de todo buen católico,
hubiera sido, hincar humildemente la rodilla delante de sus pa–
labras escritas. Pero cuando los vemos tan terrenos, tan mez.
c'lados en los negocios políticos de los estados, tan fatigados
por sostener los privilejios de Roma, tan celosos <le los fue–
ros del Vaticano; seriamos unos autómas, recibiendo con ma–
no maquinal decretos que se di ctan
á
nombre de los apósto–
les,
y
que se contradicen con las virtudes que resplandecie–
ron en ellos.
Los defensores hacen muchas citas del antiguo Obi po
Optato. Pue este santo prelado en sus controversias con los
D onati -ta , les dice, que es una calumnia suponer, que los
--
----------..........:----
(.]
P.
2
de
Plac.
Reg.
T.
4.
•
/