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sabe que cuando, contra la letra del evanjelio; los pontífices,
qui~
sieron constituirse superiores
á
los principes, aun en . lo tem•
poral, se trató de que el derecho canónico prevaleciese sobre
el civil y patrio. Consta de los progresos de este sistema en
la Inglaterra, esclava en un tiempo de Roma, despucs decla·
rada t•nemiga. No se han borrado de los anales las dispu–
tas entre Bonifacio VIII y el Rey de Francia Felipe el hermo·
so.
Escandalizaron
y
turbaron la pa7. i11terior del cristianismo
]as querellas de los Emperadores
y
los Papas: la impruden•
cia de S. Gregorio VII
y
la ilimitada abyeccion de Henri·
que IV de Alemania.
La
simplicidad evanjélica · habia <lesa·
parecido.
El derecho canonico se hizo un ramo de la filo..
sofia aristotélica.
Los espositores del maestro de Alejandro,
reemplazaron
a
los padres. Se introdujeron cuestiones oscu–
ras
y
peligrosas. Un segundo metodo teolójico, se sostituyo
al antiguo, como afirma el cardeña! Petrnnio. (.) Nada al·
can7.aron contra el furor
y
abusos de esos miserables tiem–
po:-:, las docfrinas de S. Juan Damaseeno. El probabili mo
destronó
á
la moral, haciendose cuestionable el decalogo.
C 11NVENI
dilucidar esta materia
ntes de esponer cuales
son las part s que oompon n
e1
derecho novis-imo.
Se han
fijado cuatro:
ec retos de
los concilos, decreta)es ele los Pontí·
fice s, regl s cancela i
, c
n~
rdat,os entre los Papas
y
los Je.
frs de las Nacio
1·
:
añadirémos bulas pontificias posteriores
al c<m<'ili
d
'Pr
nto,.
FuE
el concilio 'le Trento un argumento copioso
á
la orí·
ti r a de los dedarndos
migos d
1
catolici mo.
Estos son Jos
q ue se qu ie ren distinguir p11r díscolos, siguiendo el torrente de
ah~urrla
ideas aceptadas por la multitud. No se nos ocultan
las a<'tivas sofi('itudes de los Papas
y
sus ajentes, para ele.
var la autoridad pontificia. deprimiendo la
igualmente divina
de
lo Obispos.
Se intentó algo contra la autoridad real. He;.
mos leido
á
Sarpi y Palavicini. Apesar de esto, so10 por una
crasa ignorancia,
e rlesconocerá, que á ese concilio se le de–
beu las refürrnas mas saludables,
y
que no se estendiese el can·
cer de
las here rías de Lutero, que se iban propagando prodi·
jiosamente en una gran parte de la Europa.
LuTERO,
Calvi110, Socino
y
los sectarios de ellos, con–
fundi endo los abusos de lo ministros de la relijicn, con los
princip ios de la
relijion mi ma; viciando
los artí culos de
fé,
·-
[. J
D. Esechar. L.
3
c.
20.