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pas en ·lugar de las llave • oraciones
y
lágrimas, que son
las
solas armas convenientes al sacerdocio, han tomado el cetro,
la tiara y la espada, Jos cuidados de la dignidad pastoral se
desatendieron, la relajacion ·se introdujo en Ja disciplina,
y
po·
co
a
poco la corrupcion de la doctrina siguió
á
la de las coi;.
lumbres. Ent<rnces se vio interrumpido el uso de los conci–
Jios; es decir, que los jefes de la Iglesia olvidando sus com–
prometimientl)s
y
obligaciones ácia Dios, no han pensaqo, smo
en formar tratados, alianzas con los hombres, y este desor•
den funesto
á
ellos mismos, causó males cuasi irreparables
al
cristianismo.
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'
_
.
- NADA.
se. había• conseguido, ó por mejor decir ejecutado,
de cuanto se _decretó en. los concilios de Constanza
y
Basí–
lea. A esos concilios, se habían opuesto otros: estos fueron
los de Florencia
y
Letran. Con la pragmatlca sancion, y el
concordato Germánico se adelantó muy poco. Lenn X se
ohs~
tina en sus caprichos.
Los herejes y heresiarcas hallan nn
c ampo espacioso para sus crimenes. Log gritos de la cris–
tiandad se oyeron,
y
no quedó otra esperanza, que la de un
concilio jeneral. Dichosas
culpa~,
si de ellas nacia la restau–
racion de la pureza de la
fe,
y
ai:reglo de las costumbres.
PRESENT NDO
como a primera paTte del derecho novísimo
el concilio de
'Prent ,
juzgo que no tenemo:s para que en•
volvernos en las difis ultades, observaciones
y
reparos, que han
hecho tantos
y
anto
scritores.
Somw~
una nacion entera·
mente nueva, que no h-a rec1'lnocido ni aceptado el conci lio
de Trento en todas sus partes. Católicos por fe licidad nues•
tra, exactamente nos sujetamos
á
las decisiones, que corres–
ponden al dogma
y
fe
evanjélica, isin
la mns pet¡ueña rcs–
t.riccion. En la disciplina conexa con el dogma, queremos for–
mar una sola familia con el pueblo cristia110. En la di ci pli·
na accidental, quedan libres nuestras advertencia , protesta¡¡
y
representaciones, para que se arreglen
y
couformen
á
la for–
ma de nuestro gobierno.
¿HAY
en en esto herejía, cisma, escándalo? Convenzáseme
de ello será muy pronta mi retractacion.
LoS' reyes de Fran·
cia no perdieron el títu,lo de cnstianismos, por no haber
acep~
tado el concilio. No por. eso se suspendió su comurucacinn
con los Pontífices. Estos hicieron Jos mayores esfuerzos pa·
ra que lo recibiese esa nacion; pero todo fué en vano. La
España gobernada por Felipe
IJ,
han creido los ig_norantes,
que procedió con absoluta sumision. No
fué
asii
d
Monar·