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11~

pas en ·lugar de las llave • oraciones

y

lágrimas, que son

las

solas armas convenientes al sacerdocio, han tomado el cetro,

la tiara y la espada, Jos cuidados de la dignidad pastoral se

desatendieron, la relajacion ·se introdujo en Ja disciplina,

y

po·

co

a

poco la corrupcion de la doctrina siguió

á

la de las coi;.

lumbres. Ent<rnces se vio interrumpido el uso de los conci–

Jios; es decir, que los jefes de la Iglesia olvidando sus com–

prometimientl)s

y

obligaciones ácia Dios, no han pensaqo, smo

en formar tratados, alianzas con los hombres, y este desor•

den funesto

á

ellos mismos, causó males cuasi irreparables

al

cristianismo.

11

'

_

.

- NADA.

se. había• conseguido, ó por mejor decir ejecutado,

de cuanto se _decretó en. los concilios de Constanza

y

Basí–

lea. A esos concilios, se habían opuesto otros: estos fueron

los de Florencia

y

Letran. Con la pragmatlca sancion, y el

concordato Germánico se adelantó muy poco. Lenn X se

ohs~

tina en sus caprichos.

Los herejes y heresiarcas hallan nn

c ampo espacioso para sus crimenes. Log gritos de la cris–

tiandad se oyeron,

y

no quedó otra esperanza, que la de un

concilio jeneral. Dichosas

culpa~,

si de ellas nacia la restau–

racion de la pureza de la

fe,

y

ai:reglo de las costumbres.

PRESENT NDO

como a primera paTte del derecho novísimo

el concilio de

'Prent ,

juzgo que no tenemo:s para que en•

volvernos en las difis ultades, observaciones

y

reparos, que han

hecho tantos

y

anto

scritores.

Somw~

una nacion entera·

mente nueva, que no h-a rec1'lnocido ni aceptado el conci lio

de Trento en todas sus partes. Católicos por fe licidad nues•

tra, exactamente nos sujetamos

á

las decisiones, que corres–

ponden al dogma

y

fe

evanjélica, isin

la mns pet¡ueña rcs–

t.riccion. En la disciplina conexa con el dogma, queremos for–

mar una sola familia con el pueblo cristia110. En la di ci pli·

na accidental, quedan libres nuestras advertencia , protesta¡¡

y

representaciones, para que se arreglen

y

couformen

á

la for–

ma de nuestro gobierno.

¿HAY

en en esto herejía, cisma, escándalo? Convenzáseme

de ello será muy pronta mi retractacion.

LoS' reyes de Fran·

cia no perdieron el títu,lo de cnstianismos, por no haber

acep~

tado el concilio. No por. eso se suspendió su comurucacinn

con los Pontífices. Estos hicieron Jos mayores esfuerzos pa·

ra que lo recibiese esa nacion; pero todo fué en vano. La

España gobernada por Felipe

IJ,

han creido los ig_norantes,

que procedió con absoluta sumision. No

fué

asii

d

Monar·