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·énero de derroches. El azar a que se debía
fué
un azar des–
raciado,-pues el hallazgo del g uano debía orijinar el aba·
timiento industrial i la corrupcion del pueblo peruano.
Plan que debiera adoptarse.
La nueva renta debe servir para disminuir el peso de las
cargas de la guerra: debe servir para facilitar la reforma
ya
indispensable de nuestro sistema tributario; pero de nin·
guna manera para destruir en los ciudadanos la conviccion
de que deben atender con su trabajo al sostenimiento del
Estado i romper el hábito de _pagar las contribuciones, que
seria el resultado de sustituirlas por aquella renta.
Ella debe servir para facilitar la tarea administrativa
i
para realizar aquellas obras de interes jeneral o local que
solo mui paulatinamente encuentran cabida en el presu–
puesto ordinario de gastos. En este órden se encontrarían
los caminos Yecinales, los edificios para escuelas, las es–
cuelas de aplicacion in<lustt·ial, los edificios para el poder
judicial, la administracion, cárceles i cuarteles; puentes,
muelles i todo aquello que tendería a mejorar la adminis·
tracion pública en todos sus ramos i favorecer el desarro·
llo de la prnsperidad nncional; pero no servir para dismi–
nnir el producto actual de nuestros impuestos. En igual
condicion se halla la prolongacion hasta Valdivia del
fe–
rrocarril de Ang·ol;
In.
del telégrafo hasta Ancud o Maga·
llanes, i otras obras que son de importancia pero que no
pueden acometerse con los recursos ordinarios.
Con tal prospecto no se alterarían las condiciones per·
manentes del impuesto; no se perturbarían nuestros hábi–
tos tributario ; no se crearían hábitos de derroche;
i
se
alejaría el peligro de peruanizar, sea el país, sea su admi–
nistracion.
· No podremos contener, es verdad, la vuelta del lujo,
la
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