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-92-

Y si esto

se

escribía hace diez años de una prision mejorada por

Ía.

cultum

moderna y

la

condicion de los reos detenidos dentro de sus muros, tcuál

seria

su estado a

la

entrada del infeliz Moyen, cuando hacia solo cuatro años

la

había reducido a eseombros un terremoto seguido de una innundacion'l

"Considere Usia lo que padesco Señor, decía el mismo Moyen a su juez el

inquisidor mayor Amusquibar en una carta capaz de llenar de pena el alma

mas endurecida

(Y.

por la misma época que alcanza este relato), en un cuarto

'#

de estos retretes estaban ocupados con un tablado que servia de cama, pero como ape–

nas cabian tres personas, y muchas veces

enc~aban

el doble, los mas robustos tenian

precision de dormir eobre el duro suelo; en donde apenas tenian el espacio que se con–

cede a

los

muertos para su sepultura."

Eapeciñeando otro autor (Torree de Castilla, obra citada

t.

1

pá,j.

'121)

el dulce sis–

iema

peoai

de la Inquisicion ce Lisboa (cuyos horrores sin duda babia conocido Moyen

por lo que hablaba de ellos en el viaje de Potosí) se espresa en

estos

términos: "Los cri–

minales

están

allí confunilidos: no solo van los condenados por causas de conciencia

o

de fé,

Bino

los malhechores jnz.,"'ldos por los tribunales ordinarios, no

siend~

raro en–

contrar sujetos a la misma cadena un hombre honrado, condenado como

sospechoso

de

judaimlo por no eomer tocino, con un bandolero de los caminos reales.

"Los condenados van de d<>!! en dos, amarrados en una

misma

cadena que

DO

baja de

ocho piés

de largo.

"Todos Jos meses les

afeitan la barba

y

la cabeza,

y

su vestido se reduce a una túnica

y un capote de

jerga,

qué. de

diales

sirve

de

capa

y de

noclte

de

cobertura,

"Si alguno comete una

falta,

le azotan de la manera mas cruel. Lo ponen boca abajo

en el suelo, desnudo, con cuya postura l11 sujetan varios hombres y otros lo azotan con

cuerdas embreadas, arrancándole la carne a pedazos, de tal modo que luego tienen que

hacerles 2llljadura&

que dejeneran en

úlceras

peligi"OBa8 y que

la

imposibilitan de

trabaju;~•

d"raftte

ml'dlo

tiempo."

Hablando mae adelt1Dte de loe calabozos de la Inquisicion portuguesa de Goa, añade

el mismo autor refiriéndose a una de eus víctimas (el frances Delou de que en otra oea–

sion daremoscuenta) añade lo que

sigue:

"La prieion de la InquisiCion de:Goa es la mas

mcia, oscura y horrible q_ue puede haber.

E~

una espet:ie da caverna, donde apenas

entra la luz por una trouerilla, que jamllll atravesaron los rayos del

sot

El aire mefí–

tico, corrompido que allí se respira..puede imajiuarse cuál será, sabiendo que

sir~~e

de

letrina

un pozo sécQ siempre

abierto

que está

m medio

de

la cnpd¡·a doode

viven

l03

pret!O$

encerrado3,

y

cuyas emanaciones no wenen otra salida ·que la pequeña claraboya que

da luz al calabozo. Puede por lo tanto decll'se sin exajeracion, que los presos

'lliven en

una !Qtrina."

¡,Son

éstas

las eárceles que

tanto

deleitan al señor Saavedra y a sus comentadores?

No dudamos que Llorente bable de alguna o algunas Inquisiciones qne tenían cala–

bozos altos, secos, ventilados. etc.,

y

aun que sus edificios fuesen suntuosoe, como era de

piedra labrada el quemadero de Sevilla; pero es preciso advertir que no

por

tener

aquellas condiciones, eran menos horrible "porque (diee el mismo Lloreote, segun

Ro–

driguez Boron,

t.

1

páj.

120) ademas de llenr consigo la nota de infamia vulgar, que

no tiene cárcel al,auna secular ni eclesiástica, producen al preso la

tristeza

mas impon–

derable por la continua soledad, la ignorancia del estado de su uusn, la falta de alivie–

de hablar a

l!U

abogado

y

la

oscuridad

de

q"ince

horas

(?)

en el

invienw;

puea no se le

permite tener luz desde las nueve de la tarde basta las siete dtllll mañana, tiempo capaz

de producir una hipocondría mortal, ademas del fdo qne ileberá

m•rtificnrl~; pu~

tambien

•e les 'fli'ca

Pl

.flle,r¡o-"