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Y si esto
se
escribía hace diez años de una prision mejorada por
Ía.
cultum
moderna y
la
condicion de los reos detenidos dentro de sus muros, tcuál
seria
su estado a
la
entrada del infeliz Moyen, cuando hacia solo cuatro años
la
había reducido a eseombros un terremoto seguido de una innundacion'l
"Considere Usia lo que padesco Señor, decía el mismo Moyen a su juez el
inquisidor mayor Amusquibar en una carta capaz de llenar de pena el alma
mas endurecida
(Y.
por la misma época que alcanza este relato), en un cuarto
'#
de estos retretes estaban ocupados con un tablado que servia de cama, pero como ape–
nas cabian tres personas, y muchas veces
enc~aban
el doble, los mas robustos tenian
precision de dormir eobre el duro suelo; en donde apenas tenian el espacio que se con–
cede a
los
muertos para su sepultura."
Eapeciñeando otro autor (Torree de Castilla, obra citada
t.
1
pá,j.
'121)
el dulce sis–
iema
peoai
de la Inquisicion ce Lisboa (cuyos horrores sin duda babia conocido Moyen
por lo que hablaba de ellos en el viaje de Potosí) se espresa en
estos
términos: "Los cri–
minales
están
allí confunilidos: no solo van los condenados por causas de conciencia
o
de fé,
Bino
los malhechores jnz.,"'ldos por los tribunales ordinarios, no
siend~
raro en–
contrar sujetos a la misma cadena un hombre honrado, condenado como
sospechoso
de
judaimlo por no eomer tocino, con un bandolero de los caminos reales.
"Los condenados van de d<>!! en dos, amarrados en una
misma
cadena que
DO
baja de
ocho piés
de largo.
"Todos Jos meses les
afeitan la barba
y
la cabeza,
y
su vestido se reduce a una túnica
y un capote de
jerga,
qué. de
diales
sirve
de
capa
y de
noclte
de
cobertura,
"Si alguno comete una
falta,
le azotan de la manera mas cruel. Lo ponen boca abajo
en el suelo, desnudo, con cuya postura l11 sujetan varios hombres y otros lo azotan con
cuerdas embreadas, arrancándole la carne a pedazos, de tal modo que luego tienen que
hacerles 2llljadura&
que dejeneran en
úlceras
peligi"OBa8 y que
la
imposibilitan de
trabaju;~•
d"raftte
ml'dlo
tiempo."
Hablando mae adelt1Dte de loe calabozos de la Inquisicion portuguesa de Goa, añade
el mismo autor refiriéndose a una de eus víctimas (el frances Delou de que en otra oea–
sion daremoscuenta) añade lo que
sigue:
"La prieion de la InquisiCion de:Goa es la mas
mcia, oscura y horrible q_ue puede haber.
E~
una espet:ie da caverna, donde apenas
entra la luz por una trouerilla, que jamllll atravesaron los rayos del
sot
El aire mefí–
tico, corrompido que allí se respira..puede imajiuarse cuál será, sabiendo que
sir~~e
de
letrina
un pozo sécQ siempre
abierto
que está
m medio
de
la cnpd¡·a doode
viven
l03
pret!O$
encerrado3,
y
cuyas emanaciones no wenen otra salida ·que la pequeña claraboya que
da luz al calabozo. Puede por lo tanto decll'se sin exajeracion, que los presos
'lliven en
una !Qtrina."
¡,Son
éstas
las eárceles que
tanto
deleitan al señor Saavedra y a sus comentadores?
No dudamos que Llorente bable de alguna o algunas Inquisiciones qne tenían cala–
bozos altos, secos, ventilados. etc.,
y
aun que sus edificios fuesen suntuosoe, como era de
piedra labrada el quemadero de Sevilla; pero es preciso advertir que no
por
tener
aquellas condiciones, eran menos horrible "porque (diee el mismo Lloreote, segun
Ro–
driguez Boron,
t.
1
páj.
120) ademas de llenr consigo la nota de infamia vulgar, que
no tiene cárcel al,auna secular ni eclesiástica, producen al preso la
tristeza
mas impon–
derable por la continua soledad, la ignorancia del estado de su uusn, la falta de alivie–
de hablar a
l!U
abogado
y
la
oscuridad
de
q"ince
horas
(?)
en el
invienw;
puea no se le
permite tener luz desde las nueve de la tarde basta las siete dtllll mañana, tiempo capaz
de producir una hipocondría mortal, ademas del fdo qne ileberá
m•rtificnrl~; pu~
tambien
•e les 'fli'ca
Pl
.flle,r¡o-"