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90

:_

del:mtiguo

quG

fué destruido en el terremoto de 28

ue

octubre de 164-/, en

que hubieron de perecer la mayor parte de los

~etenidos,

a no haber sido por

la. dilijencia. del visitador .Arena7..a que a pesar de ser inquisidor,

dió

mu&.–

tras de una alma compasiva, por euya razon talvez lo llamaron a España

y

rrible sacudimiento le dislocaba todas sus coyunturas,

y

la euerda que estabe atada a

la muñeca, se le introducía en la carne hasta tocar algunas veces en los nervios. Este

suplicio, que se

renovaba

por e<paeio de mas de una !&ora,

dejaba muchas veces al pacien–

te

sin

fuerza

y sin

movimiento,

y

POlo cuando el méJico <le la Inquisicion declaraba

que el atormentado no podia soportar mas el tormento

sin perecer,

era cuando los ln–

quisÍdores mandaban que le volviesen a la cárcel, en donde le dejaban abandonado a

Jos mas crueles dolores

y

a su desesperacion, hasta el momento en que el Santo Oficio

l~

haciapreparar

ot¡·o to1-mento

=

lw>·roroso que se

daha

por

medio

del agua.

"Este consistía en poner a la "ríctiron sobre uL caballete en figura de canal, propio a

recibir el cuerpo de un hombre, sin otro fondo que nn palo atravesado, I'Obre el cual se

encor¡aba el cuerpo por medlo del mecanismo del.caballete

y

tomaba una posicion tal

que los piés se hallaban mas altoe que la cabeza. Esta postura hacia que la respiracion

ee ejecutase con mucha pena,

y

qu~

el paciente sufriese los mas

viv~s

dolores de todos

sus miembros,

por

efecto de la presion de las cuerdas, cuyas vueltas entraban dentro

de

la

carne

y

hacian saltar la

&angre, aun antes de

ltacer

u.•o del garrote.

Cuando la Tícti.

m a ee hallaba en esta cruel posicion, los -verdugos le introducían

en

la ,qarganta

un

lienzo fino mojado, con el que le cubrían tambien las narices,

y

en seguida le eehaban

agua en la boca

y

narices,

y

sé la dejaban filtrar con tanta lentítud, qne necesitaba a lo

menos una hora para odcr tragar meilia azumbre, aunque estuviese bajando sin inte–

rrupcion. IIallábase el paciente por esta razon sin interv lo alguno para respirar,

y

aunque a cada paso hacia

~fuerzos

pnt'n trngar esperando recibir por este medio un

poco de aire, como el lienzo mojado se lo impedía.

y

el agna entraba al mismo tiempo

por las narices, se concibe con cuanta difieultad ejercia lo. mas importante funcion de

la vida.

Así

sucedía frecuentemente que. cuando se terminaba el tormento,

se sacaba

del

fondo

de

la

garganta

el lienzo

~.npapado

en.

la

.~ang>·e

qne

salia de al[f!<'TIO{J vasoo que

se habían

rfllo

por

los grandes

e.~furrzos

del

inftliz pacien{c.

A esto es necesario aüadir,

que a cada instante

u,n

brazo nerviooo apretaba el f:1t.'ll garrote, en

t·~rmiBo

que lag

cuerdas que rodeaban los brazos

y

piernas del desgraciado

penetraban ha.•ta

IU8

hue¡wB.

"Si los Inquisidores no logt"nbnn con este

s~gundo

tormento, que el acusado confesase,

echaban mano clel fuego. Paro aplicar edte tormento,

empeza.L::m

los verdugos por atar

la• manos

y

piés

a

el paciente de manera que no pudiese reroo;erse; le f¡-otaban ent6nces

los piés con aceite, tocino

y

otras materias penetrantes,

y

en seguida le ponían encima

de un fuego ardiente hasta

qve la carne se

abriese

de tal modo, qne

se

viniesen

por

todas

parte& ws nervics

y

lo3 huaos."...•

Pero, sin ir roas lejos,

el

mismo señor SaavcJra ¿no parece aceptar la dcscripcion -que

el seudónimo Natanael Juntonb hace de los principales tonnentos de la

Inqui~cion.

puesto

qm.•

las reproduce por una nota en la

p(~ina

70 de

.su

opú~culo?

"Segun aquella

descripcion, la Inquisicion usó (copiamos al sefior Saavedra) tres clases de tortura: l.•

de

la

garrucha.

Se colgaba una polea o gart:ncha,

y

por ella se pasaba un cordel; ponían \

grillos al reo, le ataban un quintal de hierro n los

pi~s,

le amaTI'tlban los brazos a la

espalda, lo ajaban de la soga por llll! muñecas,

y

lo levantaban en el

aire.-ll.•la

del potro.

Désnudo el reo ero, tendido sobre un caballete de madera,

al

cual le ataban las manos,

p!és

y

cabeza.

Así

le daban ocho garrot'!s, dos en los morcillos de 10!1 brazos, dos abajo

de los codo!\

y

loe cuatro restantes en las piernas;

y.

ee le hacia tragar siete cuartillos

de agua.- 3.•

la

de

fue

JO.

Puestol; los piés deenndos en

el

cepo, le bañaban

}81!

plantas