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Los padecimientos del trj,te penitenciado habían. llegado en coruecuenci&
1t
~su
último limite a entradas del invierno de 1754, cuando llevaba ya
conta–
dos cinco años de dolores; y en consecuencia, intentó fugarse por el v:mo
y
temerario arbitrio de prender fuego a
la
puerta de su celda con la vela
que
alumbraba. su pobre cena de
la
noche. Desde entonces le quitaron aun este
último recreo, y el desgraciado, como
las
bestias feroces, era obligado a
ali·
mentarse
a
oscuras. Eu otra ocasion próxima, descúbrase tambien por
laa
inciertas revelaciones del proceso que meditó otro jénero de fuga, pero le
d~
nunció un pérfido negro llamado Domingo de Arcaya, que se halla.ba
tambien
procesado por hereje en una celda vecina. (1)
Entre tanto, el proceso adelantaba con una a,gombrosa pausa. Habíase nom–
brado abogado de oficio a
M
oyen
al
doctor don José Miguel Valdivieso en
la misma
seme.naen que habian tenido
fin
las audiencias de los cargos
(el
25 de mayo de
t753)
y enviádose al mismo tiempo
al
comisario de Potosi
las declaraciones del sumario para los efectos legales dv· la rati:fica.cion,
sin
embargo'
de
que todos los testigos, segun vimos, se habían ratificado
ad
per–
petuam
a.l
tiempo de estamparse sus denuncios.
Debia hacerse esta dilijencia con una. esquisita proÍijidad, segun
las
in!!"
trucciones del inquisidor apost4Jico Amusquibar, quien redactó "espiesamente
un formulario para el efecto, escribiendo
al
márjen de cada declarncion, con
su letra clara y cortante como el filo de un cuchillo los puntos o herejías
prin–
cipales sobre que debia recaer la ratificacion.. (2)
delsmor don
,Jfat<IJ
_A¡¡
tmquibar
i•MJ"•i.'lit:Lw
apostólico 11
ma.t
antiguoquefu.~
áe
ute
&ti/4
Ojkio
1'771.
•
(1) Sin embargo, años mas tsrd parece que en una ocasion snl;ó Moyen a
la
casa
de
sn
antjguo amigo
y
protector el conde de
las
Torres, quien
ld
hizo regresar
eucerm~o
en su coche
parn
que los inquisidores no
tu-viesen
noticia ni
aun
de aquella
triste
con·
<Jesion. S.npiéronlo, sin embargo,
aquellos-
y lo tuneron mili
a
mal
eegun se
deja
Ter
en
nnn earta
de Moyen
a
Amusqtübar en que pide por
ello
pertlon. Damos en
esto
UB
argumeuoo a los partidarios del
duk-e
~tema
penal
de
la
Inquisicion, }fero les conced<lmoe
con gusto
tan
.pequeño
barato.
La
lealtad
antes que todo
en
los libros de polémica.
(2)
Amru;quibar, como Arenaza, no fué el
peor
de losinqui!lidoreS; aunque era
suficiea–
temente
cruel
para
merecer el calificativo
de
verdugo del infeliz Moyen, pues
ep
verdad
lo fué.
ID
víreí Amat; que no gustaba de clérigos, lo alava
en
su Memoria vice
real,
diciendo que
en
la
guerra con lm•
ingleses
ele
1'762 se
habin comlucido con
mueho
amor a la corona, ofreciendo formar una compañia de
SllB
fumiliare.s, El86elente
ideta
por
cierto en
una,
guerra con herejes.....
Era este clérigo
nattJl'al
de Bilbao,
segun
eomrta
de su
testamento, y fueron
aus
padrell
don
Domingo
Amnsquibar
y
doña Maria de Arona, Ochoa de Rotnlde, ambos
orijiD&riol
del lugar de P-or\ugalete en
España.
De sn vida pública no nos
ha
quedado notioiaa.
pero era hombre, segun se descubre de
eus
papeles, aficionado
al faotuo
y
a
la
ostenta'
Al
menos en 511Bfnner.Ues, que ocurrieron en1'i&3, dos
años
despues de babet
firmado
]a·sentencia de ?tfoyen,
i'e
gJstaron 1,550
pesmry
se dijeron por su alma
216
miYa.
Ya
hemos dicho que1m galeria de
lie~os
fné
tasada
en
una
reg-ular suma. Su solo
m611llje
fué valori.z:adc en
s,5no
pesos.
Pero su verdadera fortuntL consistía en valiosas baeiend3a