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murió e¡1
Cartajena de Indias; no sabemos si de fiebre
ó
de pesar. (1) Un
escritor moderno dice de las cárceles actuale¡¡ que "hacer
la
descripcion de
este local,
p_ropío de la
instit~wion
a que debió su
ori.fe:n,
pintar el deaórden
Y
la falta ·de aseo en que
se
encuentra, seria obra superior en mucho
a
SU$
fuerzas,"
y
la
ll~ma
por esto
cánel única en los
pa2~es
civilizados.
(2)
~on
manteca de puerco, .y le arrimaban nn
b¡:as~¡·o
bien encendido. Segun el mismo
autor, este tormento era reputado por e1 ma' cruel de todos."
El
señor Saavedra se proponia, sin embargo, al hacer esta recapitulacion, ponerla en
contraste con los castigos de los protestantes, que no tenemos el menor embarazo en
aceptAr fueran mucho mas brutsles, salvaJés e infernales que
los.dela Inquisiciop, pues
los unos eomo los otros eran el fruto de la misma bárbara
y
att·oz
intolertmcia relijiosa
que
trut
sul:lime se nes p'resent.a
ahora
por sus partidarws.
1
'
No obstante, no podemos menos de eqnfel!ar, por nuestra parte, que este sistema de
eompt11'acionea
de que ya nos hemos ocupado,
y
que se aplica ahora entre dos mmenea
para discuJvar ,al que se eree mas levt: eon la enormidad del otro, no nos ha parecido
nunca digno de una mediana lójica, ni siquiera de ese criterio v;nlgar que
se
~ama
el
buen sentido. Si hubié:ramm de aceptar, en overdad, comoléjítimo ese raciocinio, habría_
mos de convenir
r
por ejemplo, en que si mañana !le le octll're a ¡mo de estos
te'l"riblea
dcscendientBs
de Lutero
que andan por nuestra tierra predicando la escelencia del protes–
tantismo (sin que felizmente les hagan mas caso que el que merecen los necios y lospro–
pRgandistas de oficio) animar un tízou
a
la 11apilla del Sagra,rio, ponemos
por
caso,
cuando se hallen reunidas en ella unas qninientss devotas ¿ee le bahní de minorar m
er1men porque
otros,
que no eran descenruen.tes de butero sino de Eroatrato o de
Tor–
I)_Uemada, quema,ron do• mil fieles -en la Compañia?
(l)
.Arenazw
era,
segun
parece,
un
hombre mediocramente tolerable para ser ·inqui–
sidor. Fuentes refiere que en el t11rremoto de 1647 los encerrados en las cárceles
d&
la
fuquisicion debieron
b
v-ida a
sns
esfuerzos
para
desenterrarlos
de
l<lS escombros.
"Sus
buenas
pren.d~
(dice tambien de él el virei Manso, que fué sJLsostenedor en los inicios
'{!_U
e inició contraJ los hurtadores
U
nda y Cal.deron '• le granjearon la estimacion de los
hombres de
jnicio."~(Mevroria
citada en
la,
wlecrion
de
los vireyes
t.
IV,
páj.
,3) Sill
embargo,
o~
cosa de.cian de
él
los inqnisidm:es acusados, y el inquisidor je:aeral
en
España Perez del Prado, ·que le mandó volv-er en desgracia.
(2) M.
A.
Fuentes,
Estadi&iiM
de
Lima,
páj.
20:>.
Nosotros -mismos visitamos varias
v.eces aquel horrible lugar en
1860,
con motivo de hallsrde éncerrndo en sus calabozos
el coronel dun Juan Espinosu.
y
otroS proceaados politicos bajo la administracion del
ieneral Castilla. Otro tanto ]!icimos. en 1866,
y
a
la verdad que en una
y
otra ocasion
tuvimos opol'tunidad de ver complet&mente confirmada la Qpinion de Fuentes. Si el
Sjillor pl't:bendado SsaV!!dra qu.iere convencerse del mérito del
mstema penitenei4río
"<!nya iuyencion atribuye <Jon tanta alabanza al Santo Oficio, pnedé hacer un viajecito
.a
Lima
-y
alli encontrará las piezas, altas,
secas, ventiladas,
que citando a Llorente
•m·ancaron tan.tos
eloji.osa él miomo y
a
sus críticos ·del
lndependie¡úe.
Sobre las
cár~
e¡¡leúle
I,a.
Inquisicipn en España
y,
el tral¡¡¡ que recibin.o sus reos, le
regam()¡¡
lea
las Memorias del jeneral Vau
IIal~n,
que fué
l.lUO
de los huéspedes de- la de SeTilla
·en 1820.
,
"Lal! eálccles del Santo Oficio, dice Rodriguez.Buron (obra citsda.
t.
I páj.
US}.
eraa
en
b.
mayor parte de las ciudades, uno;. .aposentillos hediondos de doce piés de largo y
rlic:.: de ancho. con una escasa lnz que eut!laba por una ventanilla hecha en ei teeho; de
modo que
1~
presos
~o
potlian distingnir los <>bjeto> sino con gran trabajo. La
J:Íl.Üiád,
•