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asistir el oidor decano, que pretendia lo admitiesen con capa y sombrero,
y
la
Inquisicion que habia de entrar
(a su acuerdo)
en toga y con gorra,
empeñánd-ose cada uno en sostener su dictámen, como si fuera la materia mas
grave." (1)
Tal era
la
condicion del Santo Oficio cuando el desventurado Moyen lle–
gaba reo a sus bóvedas. La corrupcion del alto clero, de cuyo seno iban a
salir sus jueces con el pomposo titulo de
calificadores
del Santo Oficio, tan
codiciado entonces entre la jente de cogulla y de manteo, corria a
la
par con
la
de sus inmediatos carceleros. "El e&tado eclesiástico del Perú, dicen dos
hombres altamente justificados que residian en Lima precisamente en esa
época, y escrutaban sus escándalos por encargos supremos (2), debe dividirse
en secular y regular:
~mo
y
otro vive
tan
licensiosamente, con
tanto
escándalo
y tan a su voluntariedad,
que aunque hai flaquezas en todos loa hombres
y
en todos los paises,
y
yerros de frá.jil naturaleza en los habitantes del Perú,
no
parece nno que es instituto peculiar de aquellos eclesiásti1os, el &obresalir
a
todos los dema¡; en las perve:rtidas costumbres de
8U
desarreglada vida."
Y aquellos eran los hombres que iban a levantar proceso
y
a
manten~r
años tras años atado a una cadena a un hombre, racional, intelijente y cris–
tiano, porque habia dicho que una mula era
una criatura de
IJi08
y porque
habia cambiado el
es
de la
ave maria,
por el
fué
de la gramática! Santo
Dios! Tal era
la
corte infame a
b
que un honrado, un virtuoso sacerdote
?hileno erije altares de justificacion, qué digo1 cúbrela de inciensos y de
flo–
res para purificarla. del vilipendio de añejas calumnias por nosotros conser–
v~l
VI.
Al interrumpir la. rel.a.cion de las peripecias personales de Francisco Mo–
yen, deciamos que el 27 de marzo de 1752 habia sido entregado al alcaide
de las cárceles secretas de la Inquisicion. Un mes despues (el 4 de mayo)
comenzaba su verdadero juicio ante el Santo Tribunál. Los tres años que
llevaba corridos de martirio :no habian sido sino meros preliminarea eobre
la áelacion y el envio judicial de su persona a sus jueces lejitimos y superio–
res. Breve iniciativa de un suplicio eterno que
pa.ranada tendrianla en
cuenta
ni
sus carceleros
ni
sus jueces!
(1)
En
la memoria citada de
Manso
pueden leerse estos
y
otros caracterfsticos por–
menores sobre el estado dé
la
Inquisicion en aquella
época.-El
vireiA.mat, sucetor de
Manso
y
el
mas implacable enemigo del elemento eclesiástico-político en Chile
y
el
Perú,
_ordenó exhibir, segun refiere en su Memoria., una suma de
30,000
pesos
a los herederos
del inquisidor Calderon, pues de ese calibre habían aido
laa
rapiñas <te aquellos
mal
vados.
(2}
Don Jorje J=
y
don Antonio Ulloa,
ambos
tenientes jenerale.
de
la
armada
española. Memoria secreta, paj.
490.