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rapaces verdugos. Y por qué nó1 En la América no
ha~ia
herejes. Bu con–
quista reciente,
y
que
ni
aun hoi mismo está. concluida, había sido llevada a
cabo por la cruz tanto como por la espada. Los soldados de Piza.rro
y
de
Hurtado de Mendoza eran como los soldados de Tancredo
y
de Godofredo
de Bouillon, y los unos y los otros entraban en pelea contra el musulman o
el indio
al
grito de
1Ji08 lo quÍe1·e! JJios lo quiere!
Pero, en cambio,
si
no ha.bia incrédulos, abundaban los hombres de caudal,
1os que habían rec.ojido el rescate de Atahualpa, los que habían jugado en
un tiro de dado el
sol
maciso que cubria en el Cuzco el frontis del templo de
aquel nombre.
Potosí se hallaba en lo mas alto de su a.pojeo,
y
sus insaciables amos le
habían dado, a trueque de sus
reale1
quint08,
el título de villa imperial
y
coronada. tCómo entónces aquelloa doctos varones habrian de estarse a.rrelle–
nados bl\io su solio de terciopelo verde, ociosos, soñolientos, sin tener un solo
proceso que evacuar1 Por qué ellos, que eran los mas altos funcionarios de la
corona y de la iglesia, dueños a mas de vidas
y
haciendas, no habían de par–
ticipar de la opulencia
jeneral~
Si el sombrío don Francisco de Toledo había
hecho cortar la cabeza al archimillonario de Puno (Salcedo), que ofreciera,
cuenta la tradicion, empedrar con barras de plata las veredas de Lima, a
trueque de su vidá íPOr qué los inquisidores no habían de derretir en el
Acho (1) algunos de los millones acumulados por los comerciantes de
la
ciu–
dad de los reyes, que por su pa.smosa. riqueza era entonces digna de su
nombre1
En cuanto a
Chile,
era entonces diferente. (2) De ahí no venia al virreinato
(1)
La.
plaza de Lima. donde se hallaba el
quenl.G<kro
junto al anfiteatro de tol'08.
(2) Lo que directamente percibieron los inquisidores de Lima entre nosotros fuá bien
poca.
cosa.,
comparativamente con
sus
inmensos despojos del Perú
.Alto
y
Bajo, entonces
en todo el auje de su opulencia.
De una razon auténtica que tenemos a la vista del último receptor de la Inquisicion
en Chile don Judas Tadeo Reyes, resulta que el producto de
1M
dos ca.nonjias supresas
en nuestra catedral desde
16~0,
alcanzó en 1791, por su parie de diezmos, a la
Blllll&
de
2,116
pe3os
2~
reales; pero tomando solo por un término medio durante los 170 años que
se
cobró aquella (1640.1811) la de 1,500
peses
anuales, resulta.ria un
total
de 255,000
pesos. •
Fuera de esto,
las
entradas de la receptoria chilena (que ganaba un siete poi!' ciento de
comision por todo lo que cobrase), eran mui escasas, porque jeneralmente provenian de
acreencias de los penitenciados ricos de Lima, que la Inquisicion, al quemarlos, hacia
suyas y
las
mandaba ejecutar a sus ajentes en nuestras ciudades, segun dimos cuenta en
nuestro folleto de 1862.
En
ese mismo folleto puede verse que todo lo que el dean Santiago, ejecutor de Maños
ca, logró reunir durante su periodo (1635-1640) fueron 600
pesOII
de Juan Navarro
Montesinos en 1638, seiscientos quintales de sebo, de Juan Sera.in,
y
doscienWI! quintales
de cobre enviados con el capitan Bartolomé
Larrea.
Bien es cierto que, segun decía
el
codici030 de:m, estaba "la tierta sin un real" por la sequía;
y
pGr
esta
misma
causa dijo
mas tarde "que en loa últimos tres años no había cobrado blanca.''
FR.\NC. JfOT.
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