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un crucifijo debajo de una piedra, y añadían sus delatores
q~e
al que al en–
trar pisaba en ella, le vendía la mit&d mas barato qo¡e a los otros... (1 ).
Pero no era solo a los portugueses a los ·que los inquisidores se daban el
placer ,de quemar para hacer a su reí heredero de sus mediatos latrochrios.
Cuando podían, robaban al mismo reí; y ya que no les era dable quemarle,
como en mas de una ocasion está probado lo desearon, segregaban del real
aporte todo cuanto era. posible abarcar a. su voracidad n.unca saciada.
Llegó esto último a tal punto en la. opulenta capital de los vireyea, que
los inquisidores don Cristóval Calderon y don Diego de Unda fueron de–
nunciados a la corte y a la
lfl.lprema
de Madrid, como estafadores conocidos
y escandalosos de la corona, en el tiempo en que mandaba en el Perú el con–
<le de Villa. Garcia y era inquisiqor jeneral en España
~l
arzobispo de San–
tiago don Manuel Isidoro Manrique de Lara ( l740 a 45).
Vióse por asto obligado el último a enviar a Lima, en calidad de .visitador
y revestido de sus plenos poderes, nada menos que a uno de los tres conse–
jeros de la
suprema,
don Antonio de Arenaza, a quien veremos figurar en la
calificacion
del proceso de Moyen (1750.)-"Pero, aunque se tuvo por cier–
to, dice el ilustre Manso en su Memoria al rei (2) hablando de estos escán–
dalos,
haber ocultado
s~ts
caudales
(los. de la.cinquisicion), ninguhas dilijencia.s
fueron suficientes y toda la eficacia del visitador solo produjo la formacion
de muchos cuadernos de autos."
Pero ello ea lo cierto que Calderon y Unda fueron separados de sus desti–
nos por
ladrones,
y que de los bienes confiscados al último para resarcir al
Santo Oficio de sus latrocinios, existían todavía en la época de la primera
aupresion del Sauto Oficio (1813) una suma de 2,047 pesos de las alhajas
que en aquella época (1740) le fueron confiscadas
~3).
En cuanto a Calderon, retiróse (despues de haber prestado conjuntamente
con su colega una fianza de cincuenta
mil
pesos) a una de
sus haciendas
y "el negocio se quedó en los mismos términos, dice el virei Manst', por
entonces, porque
p.o
se venció otro incidente, que consistía. en el modo de
(1) Ricardo Palma.-Eatudios sobre
la.
Inquisicion de lima. publicados en
b
.&t-úw
de
Sud-América.-V
alpa.raiso
18t51.
(2) Memoria del conde de Supenmda en
J..a.
Coleccion de los vireyes p,{bJicad& por 6rden
del gobierno del
Perú~-
IV
páj.
69.-En
~l
pasaje que se cita de la Memoria del
virei,
hai
alguna.
oacuridad,
pues parece que Arenaza era acusado tambien de ladron por Unda
y
Calderon, lo que, aunque Manso tuviera escelente idea del
'l.isitador,
no aeria. del
todo
fl8trall.o.
Los
tres eran de
1a.·
misma
cofradía.
{3) Este
da~
consta de un cuerpo de autos que encontra.moa en Lima en el archivo
del convento de San
.Agustín
con
el
siguiepte titulo:
Auto.!
r~lati'I:OS
a la entrega mandada
hacer pqr
il
Emrw.
Beño1-
~im
a los
ÍIVI
uúidor~s
de los
hiena
y
tfecto& que se ocuparon e
i11r
ventariaron a consecuencia del decreto de
laa
llanurda.s cqrtts, fedw tn 22 de febrero de 181S.
Contiene
~
fs.
y es el mismo e!pediente que citamos en nuestra
Historia
de
la
•·emlucúm
del
Pertl.-Linu.,
1860.