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108 -

cion, que los Inquisidores hubieron de desterrarlo al castillo de Boca Chica.

en la bahía de Cartajena. De allí se escapó, sin embargo, el

últ·im_o

hereJP,

y fué- a prestar sus servicios a los independientes de Méjico, en cuyo pais

murió (1).

Cuando las cortes españolas promulgaron su célebre decreto de abolicion

del Santo Oficio de 22 de febrero de 1813, fué por consiguiente solo como

un

de

profundis

sobre su hediondo cadáver. Y aqui es llegado el caso de

recordar al señor prebendado de Santiago, uno de sus argumentos mas o:riji–

nales, el de que la Inquisicion no fué cruel

ni

perseguidora, "porque cuando

penetró el ejército de Napoleon en España, no encontraron sus heréticos

(1) Stevcnson menciona este easo ein nombrara Urdaneja, a quien designa solo como

un marino andaluz. El señor don Francisco Mariátegui (padre) que presenció el auto,

nos

ha

referido los pormenore3 que dejamos apuntados.

El viajero franees Julian Mellet que visitó a Lima en 1815 refiere tambien el ca.oo

curioso de un pobre diablo que se puso a ganar

la

vida haciendo bailar perros y gatos

en las calles de Lima en 1812. Acusado por

e~to

de hechicero, fué encerrado inmediata–

mente. en

las

cárceles de la Inquisicion-"Seria imposible dice el mismo Mellet, refi–

riendo el caso (

Voyage dam

l'Amtrique mérídionale-Agen,

1823, páj. 120)-formarse

una idea del estado

las

ti:w.ero a que babia sido reducido este infeliz, nl ser J?Uesto en

libertad, despnes de seis meses de prision,

así

como de los tormentos que había sufrido.

El nrlsmo no

atrevía a contarlos limitándose a decir a los que lo interrogaban que

había sido absuelto. Lo que es evidente es que se le habria tomado por un e.."q_ueleto

salido del sepulcro."-! esto a los

seis meses!

Cual seria el estado de Moyen despues de

trece año8

de aque1 dulce sistema penitenciario! J:?obre este mismo particular habíamos

omitido decir que en las cárceles de Lima (que a la verdad no eran las mas crueles) ee

castigó en el

au.to

deJé de 1639 (segun Rodríguez Buron

t.

2, páj. 93) "tres carceleros

del Santo Oficio, convencidos de

haber permitido a los presos comunicar unos coR otros."

Ahora, respecto de la futileza de algunas persecuciones inquisitoriales, ya se habrá

podido formar idea. Segun el Directorio_ de Eymerico se consideraba eomo herejía

espartar caballos a Francia, y esto a la verdad era mas grave que hacer bailar perros

0

hablar

gato~,

como la beata Argomedo....

Segun Llorente, (compendio citado

t.

2.• páj. 25) "fué perseguido un miembro del

ayuntamiento de Se-villa, por haber dicho que con

ha

sumas inmensas que babia costa–

do el altar de la calle para la rrocesion del Jueves Santo, se podía haber socorrido a

muchas familias que no tenían pan,

y

que este empleo hubiera sido mas agradable a

Di

,

08.

Dominguez, en su Diccionario de la lengua eastellana, trae el caso de un frances que

fué quemado en Marsella por haber sostenido, antes que ITarvey, la teoría de la circu–

lacion de la sangre. No sabemos si fu.é la Inquisicion la que persiguió por brujo a Juan

Fernandez, por haber hecho en un mes la travesía de seis que se empleaba de Valparai–

so al Callao (en el viaje en qne descubrió las islas de su nombre, 1574); pero si es noto–

rio que babia escomunion mayor para todos los maestres de buques que zarpasen de

Valparaiso desde el mes de julio a octubre menospreciando los temporales..•.P1>r

fin,

el mismo viajero Mellet arriba citado, cuenta un curioso percance de Inqnisicion que

le ocurrió en Lambayeque en 1816, por haber querido obligar a un cura a que le diese

vuelto

de una onza de oro con que

él

y un compañero de

viaj~

le pagaron una cena, por

lo que padeció amarraduras

y

prieiones, hasta que logró ealvar a fuerza de prodigar

onzas

llin pedir

el

'IJIJ(!lto

y por

la

influencia del obispo de Trojillo.