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la de que no solo hubiera sido la primera, quizá la única en América, en
rechazar desde su fundacion aquella invencion diabólica que habia avasallado
por el terror a las naciones mas viriles, sino que adelántandose a todos
y
a
la España misma, vuelta en sí de su pavor, la
abolió de hecho
en los primeros
dills de nuestra revolucion, ostentando así nuestro primer Congreso (1811),
y
permitanos el señ,or prebendado este plajio de su hermosa frase aplicada a
la tortura,
la bellaaurora
de
1m
esplendentedia.
(1).
(1) Es.díg'l'lo de notarse que el decreto por el cual el Congreso de 1811 ordenó
se
suspendiese la cuota inquisitorial con que contribuía el país al Santo Oficio de Lima,
~n
razon de las canonjías supresas en
1640
fuese acordado en la misma sesion (la del
24
de setiembre de 1811}, en que se resolvió abolir los derechos parroquiales. "Se
re–
solvió abolir, dice en efecto la acta de aquel
día,
que orijinal tenemos a la vista, las
contribuciones que
se
hacen a los párroco;; con el título de
der~bos
por los matrimo–
nios,
administracion de los e::mtos óleos y por los entierros menores absolutamente y
ein distincion de personas.-Se acordó tambien que en lo sucesivo se suspenda el envio
a Lima de la cuota correspondiente a las dos canonjías suprimidas, y !!De lo que antes
se invertía en sostener allá el tribunal de la Inquisicion, se aplique aqul a fines igual·
mente piadosos y que para su ejecucion se avise a la Junta Gobernativa."
Sobre este interesante particular puede consultarse Jos curiosos documentos del Apén–
dice relativos a los reclamos que en favor de la cuota inquisitorial hizo en 1812 su últi–
mo receptor don Judas Tadeo de Reyes y Jos oficios en que el último representante en
Lima de aquel ominoso vampiro, insaciable ahora de oro como antes lo había sido de
Bl'ngre, envió al jeneral que nos babia vencido en Rancagna con las armas para que nos
Slquease en seguida a nombre de la Santa Hermandad llamada de nuevo a la vida. .
En cuanto a
su
últims y definitiva estincion en el Perú, coetánea con
la
invasion de
nuestras banderas libertadoras en
1820,
hé aquí como se espresa el ihl.strado escritor
nacional Garcia Calderon, que varias veces hemos citado: -"Las ideas liberales que
~nndieron
en
España a principios de este siglo, y el descrédito en que cayó·la Inquisi·
.eion,
a mérito del juicio que se había jo1-mado
de
ella
y
de
Espa11a en
los
otros estado&
de Eurr>pa,
dieron lugar a que por el real decreto de
9
de marzo de
1820
se suprimie–
ran los tribunales del Santo Oficio,
y
se
librara a los pueblos de la pesada
carga
que
por muchos siglos habían tenido que soportar. Esta snpresion fné recibida
en
Lima,
segun las
noticias
que
se
nos
han
dado,
con frenéticas muestras
de
entusia.mw.La mu–
chedumbre espresaba en
au
locura
la transicion qué hacia de un
t8tado de
contf:nuas
alarmas
y
de
inseguridad,
a otro en que se podía reposar sin temor en el hogar doméstico.
·•como en 1821 se juró en Lima
la
independencia del Perú, quedó confirmada de
hecho
la eupresion del Santo Oficio. Los bienes que éste poseía pasaron al dominio del
estado,
y
su administraeion
se
confió a
una
oficina llamada
Direcci.onJeneral
de
Oeruws.
Estos bienes fueron destinados a la instruccion pública, con el objeto sin duda de em–
plear en el progreso intelectual
lo&
mismos recursos
de
que
antes a• había echado mano
para
detenerlo.
Por lo relativo a- Chile,
y
como una muestra de Jag diversas ideas que nuestros pa–
dree
y
aun nuestros abuelos tenían sobre la edncacion de
ans
hijos hace hoi precisa–
mente cuarenta años, nos complacemos en citar las siguientes palabras del testo de
la
Filoso.fia moral
dictada por- el catedrático don José Miguel
V
aras a los alumnos del
Instituto Nacional en
1828,
cuyo testo fué impreso a costa de los últimos en ese mismo
año,
y
puede verse en el vol. 31
en
4.• de
Impresos nacionaletJ
de la Biblioteca de
:Santiago.
"Hai
otra clase de tolerancia que se llamama relijiosa (dice el autor en el capítulo