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IX.
•
Terminado. con el proceso del desgraciado Moyen y las precedentes consi'..–
deraciones históricas, nuestro propósito, de presentar en un solo cuadro,
verdadero
y
auténtico,
cuánto el Santo Oficio tenia de horrible y de infamet
solo nos quedan por ventilar los cargos personales que el señor prebendado
Saavedra ha tenido a bien dirijirnos en su opúsculo justificativo de aquel
ominoso tri]?unal, cuyos ministros llamamos nosotros repetida& veces en
la.
obra
po~
él
impugnada,. como en esta misma,
impíos espoliadoru
y
?•er–
dugos.
Aquellos cargo11 se reducen, en sustancia, a dos: el primero al de la
jalsn
avaricia imputada a los inquisidores de América, y especialmente a los de
Lima, y el segundo a su
sup~te.sta
crueldad.
Sobre si hemos probado o no ámpliamente en el presente trabajo la exac–
titud de ambos calificativos, será cuestion que ni el señor prebendado Saave–
dta
ni
nosotros podamos deslindar. Corresponde aquella esclusiva.mente a
la opinion pública, y a su criterio la dejamos entregada.
Pero
a.
mayor abundamiento de razones y de hechos en aquel sentido,
cúmpleme desvanecer las imputaciones que me dirije
el
señor Saavedra,
presentándome como un falseador a sabiendas de la historia en el opú.;;culo
que sobre la Inquisicion publiqué en 1862, un siglo cabal de pues del su–
plicio de que hemos dado cuenta.
Trataré de sus cargos en el mismo órden que el
i~pugnador
lo- hace.
Dije en aquella memoria histórica que la renta principal de la Inquisicion
de
Lima
se componía
~peéialmente
de los emolumentos que le producía
de
la tolerancia),
y
solo os debo decir en este punto que la relijion qne profesamos es
la
única verdadera; es celestial, sublime
y
sencilla al mismo tiempo....
Pero proje&m
otros la que quieran; siempre
BOn
hombres
y
como a tales debemos tolerar
&m
defectos para
fener
derecho
de
exijir
lo
mitmo
de
ellos. Lejos
de
noaotros odiar a
la~~ per~KmtU
J»r
8'U8
opiniones;
y
el
BÁRBARO
celo con que muchos se empeñan en infundir su modo de pen–
sar &-fuerza. de rigores.
6
QUB
DEBEORO TBNBKOS SOBRE SU OON<JIENCIA?
Solo
la
Inquisiciou
podo creer que la
tenia."
El distinguido profesor (que hoi talvez no lo serial....) ilustraba su testo
~j.
61)
con
el
aigniente verso de
Marchena
que todos su¡ discípulos
sabian
de memoria:
•· La
horrible Iuquisiciou, ese
coloso
Que del seno nació del Tegstonte
Y
mamó
de
Megera el ponzoñmo
.fugo,
y
bebió el
azufre
de Aqneronte
Y
a
no
ajita
Sllll
teas,
horroroso
Y del!colló entre
1'UÍ1las,
cnal el monte
De Olimpo
eJ!
Grecia. misera desieria
Escondiendo su frente en nubes, yerta!t
Cuánto
hemos adelantado en cnarenta años!