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tkilen.ct,y
que se tostaron tambien los huesos
y
aventaron las cenizas de- un
bachiller llamado Obando, natural de Chile,
no rejistra trin e-mbargo, ninguno
1
de
uto8
!techos
el timorato escritor peruano Córdova Urrutia, que se ocupa
de
tantos casos de la Inquisicion en su obra titulada
Las tres épocas
del
Pera,
ni
el erudito Fuentes en su prolija
Estadística
de
Lima."
Ahora bien; el señor Saavedra
1
citándonos tambien a esos autores por no–
aotros citados, niega el hecho. Y acaso nosotros lo habiamos
afirmado'/
No
decíamos simplemente
y
como una alusion vaga, o mas bien, corno una
duda evidente, que lo habiamos leido
no sabíamos
dónde?
No
afirmábamos,
al
contrario, que aquellos autores
no
lo
coNTENIA...>;, a pesar de ocuparse el
uno de
m~u;lws
casos
de
Inquisicion
y
ser
prolifo
el otro en sus averiguacio–
nes1 Podiamos dar prueba mas honrosa y mas indisputable de buena fé, de
modestia, de escrupulosidad histórica1--Ahora el señor Saavedra ha descu-
loa
pobrecitos inquisidores tenian en almacenes para hacer sus remesa.s
a
Espafía.... o
a.
IIIUI
C&MS.
P or último, no estará demB.'! apuntar e1 siguiente dato relativo a la época. en que
la
Inqnisicion llegaba a su
última
de3adencia.
De los autos de embargo de sus edificios
y
rentas ejecutados en Lima. el
31
de julio
de
1813,
un me!t antes del saqueo popular, result6 que se encontraron en sus arcas
aett~lta
mil
]J'BOB,
de los que
47,426
pesos correspondian al Santo Tribunal,
13,325
pesos
2
rea–
les a un patronato, de
394,502
pesos
6~
reales, (oíd!) que habían fundado
sol~>
dos indi–
viduos, don Mateo Pastor de Vewco y don Bern&rdino Olave, (cuyo patronato segun
el virei
Jil
y LemtlB
IJ!?ducia anualmente
14,932
pesos
6~
reales);
8,076
pesos
1!
real
de una fundacion llamada de Zelayeta y Nuñez de Santiago;
2,407
pesos :tesiduo de¡
embargo
~e
las a.lhajas del inquisidor Unda y
2,500
pesos
que representaba el valor de
los
enseres de
la
capilla de la Inqnisicion. (Para
mas
det..
lles
véanse la obra ya citada
que publicamos en el Perú en
1860,
páj.•
190,
y
los documentos justificativos del presente
opóaculo
firmados
por los últimos inquisidores mayores de Lima Abarca y Za.lduegui
en
1814).
"La Inqui.aicion, dice
a.
mayor abundamiento de razones sobre el particular, el
illlll–
trado peruano Garcia Calderon, tenia asi mismo facultad para imponer
penas
y
penitm–
CÍtUJ,
esto
es,
multa
a los herejes,
y
para.
conflacarles sus bienes.
Lss
cantidades que recibiese
por cualquiera. de estas causas estaban destinadas para el
pago
<k
aalarios
<k
todca
Wl
e-m:¡ileadm
tk
la.
Inquiaicú:Jn.
Este e9, en nuestro concepto, el defecto mas grave del
San–
to Oficio;
pues como estamos persuadidos de que el
interés
es
la
causa. de la mayor parte
de
loa cr'..menes que se cometen en el mundo, tquién podrá coiivencernos de que la San–
ta Inqni.aicion no
firljíó
alguna vez acusao..iones de hérejia,
para llenar
sus
arca~~
con
la.
pingue fortuna
dil
hereje1
¡Quién podrá
desmentir a
la.
historia
que nos ofrece
mtt.choa
ejemplos
de
eata-
'1Jerdad1"
Quién podrá desmentirla? Y a hemos visto quién!
Verd.!>d es que el senor Saavedra sale del paso por su favorito portillo de las compara–
ciones. "Penoso es, sin duda., (dice en su
Rápida
ojeada,
páj.
80)
despojar
de
sus bienes
a un hombre, como es ta.mbien penoso quitarle
la
vida. Pero, por mui doloroso que esto
aea,
la
sociedad
tiene que recurrir a esos medios para reprimir
a
los perver10s,
CtF1110
•
ncurre a
la.
amput.:zcion
<k
un
miembro cancerado."
Segun
esto, los ricos de nuestra. tierra tienen
cada
uno su cáncer ocul
, y los bancoe
no son sino
lllla
gangrena.
viva..
Lástima
es,
y grande, que no resucite
m
Inquisicion
para
s~.narlos!
Pero all:í
llegará
su
centNtar;o!