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116-

tkilen.ct,

y

que se tostaron tambien los huesos

y

aventaron las cenizas de- un

bachiller llamado Obando, natural de Chile,

no rejistra trin e-mbargo, ninguno

1

de

uto8

!techos

el timorato escritor peruano Córdova Urrutia, que se ocupa

de

tantos casos de la Inquisicion en su obra titulada

Las tres épocas

del

Pera,

ni

el erudito Fuentes en su prolija

Estadística

de

Lima."

Ahora bien; el señor Saavedra

1

citándonos tambien a esos autores por no–

aotros citados, niega el hecho. Y acaso nosotros lo habiamos

afirmado'/

No

decíamos simplemente

y

como una alusion vaga, o mas bien, corno una

duda evidente, que lo habiamos leido

no sabíamos

dónde?

No

afirmábamos,

al

contrario, que aquellos autores

no

lo

coNTENIA...>;, a pesar de ocuparse el

uno de

m~u;lws

casos

de

Inquisicion

y

ser

prolifo

el otro en sus averiguacio–

nes1 Podiamos dar prueba mas honrosa y mas indisputable de buena fé, de

modestia, de escrupulosidad histórica1--Ahora el señor Saavedra ha descu-

loa

pobrecitos inquisidores tenian en almacenes para hacer sus remesa.s

a

Espafía.... o

a.

IIIUI

C&MS.

P or último, no estará demB.'! apuntar e1 siguiente dato relativo a la época. en que

la

Inqnisicion llegaba a su

última

de3adencia.

De los autos de embargo de sus edificios

y

rentas ejecutados en Lima. el

31

de julio

de

1813,

un me!t antes del saqueo popular, result6 que se encontraron en sus arcas

aett~lta­

mil

]J'BOB,

de los que

47,426

pesos correspondian al Santo Tribunal,

13,325

pesos

2

rea–

les a un patronato, de

394,502

pesos

6~

reales, (oíd!) que habían fundado

sol~>

dos indi–

viduos, don Mateo Pastor de Vewco y don Bern&rdino Olave, (cuyo patronato segun

el virei

Jil

y LemtlB

IJ!?ducia anualmente

14,932

pesos

6~

reales);

8,076

pesos

1!

real

de una fundacion llamada de Zelayeta y Nuñez de Santiago;

2,407

pesos :tesiduo de¡

embargo

~e

las a.lhajas del inquisidor Unda y

2,500

pesos

que representaba el valor de

los

enseres de

la

capilla de la Inqnisicion. (Para

mas

det..

lles

véanse la obra ya citada

que publicamos en el Perú en

1860,

páj.•

190,

y

los documentos justificativos del presente

opóaculo

firmados

por los últimos inquisidores mayores de Lima Abarca y Za.lduegui

en

1814).

"La Inqui.aicion, dice

a.

mayor abundamiento de razones sobre el particular, el

illlll–

trado peruano Garcia Calderon, tenia asi mismo facultad para imponer

penas

y

penitm–

CÍtUJ,

esto

es,

multa

a los herejes,

y

para.

conflacarles sus bienes.

Lss

cantidades que recibiese

por cualquiera. de estas causas estaban destinadas para el

pago

<k

aalarios

<k

todca

Wl

e-m:¡ileadm

tk

la.

Inquiaicú:Jn.

Este e9, en nuestro concepto, el defecto mas grave del

San–

to Oficio;

pues como estamos persuadidos de que el

interés

es

la

causa. de la mayor parte

de

loa cr'..menes que se cometen en el mundo, tquién podrá coiivencernos de que la San–

ta Inqni.aicion no

firljíó

alguna vez acusao..iones de hérejia,

para llenar

sus

arca~~

con

la.

pingue fortuna

dil

hereje1

¡Quién podrá

desmentir a

la.

historia

que nos ofrece

mtt.choa

ejemplos

de

eata-

'1Jerdad1"

Quién podrá desmentirla? Y a hemos visto quién!

Verd.!>d es que el senor Saavedra sale del paso por su favorito portillo de las compara–

ciones. "Penoso es, sin duda., (dice en su

Rápida

ojeada,

páj.

80)

despojar

de

sus bienes

a un hombre, como es ta.mbien penoso quitarle

la

vida. Pero, por mui doloroso que esto

aea,

la

sociedad

tiene que recurrir a esos medios para reprimir

a

los perver10s,

CtF1110

ncurre a

la.

amput.:zcion

<k

un

miembro cancerado."

Segun

esto, los ricos de nuestra. tierra tienen

cada

uno su cáncer ocul

, y los bancoe

no son sino

lllla

gangrena.

viva..

Lástima

es,

y grande, que no resucite

m

Inquisicion

para

s~.narlos!

Pero all:í

llegará

su

centNtar;o!