CAP. XII-NUEVOS PROCESOS
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había recibido la info rmación contra ella, eran
enemigos suyos, y que por su parte presentó gen–
te princi pu.l y honrada que abonó su buena vida y
fama) fué condenada en votación del Ordinario y
consul tores
á
que abjurase
ele tevi
en la sala de la
audiencia, á que pagase mil pesos ensayados) y
en otras penitencias espirituales.6
G Es muy importante saber, para darnos cuenta de '¡a sentencia, lo
que los Inquisiclores pensaban del juez CJUe había recibido las decla–
raciones de los testigos
y
ele la calidad ele é tos.
Los testigos fueron examinados por el Chantre de Santiago de Chi–
le, dicen los Inquisidores.
Podemos asegurar que el pcr.onaje que ejercía entonces ese cargo
era Fabián Ruíz de AguiJar, ül mismo
á
quien hace poco hemos visto
procesado. Ahora bien: siendo Calderón el comisario, ¿cómo era
que las deposiciones ele los testigos habían sido recibidas por Ruíz
ele AguiJar? Se equivocaban Ulloa y Cerewela al usar ese cali–
ficatiYo, olvidándose de que Calderón era
teso1·e¡·o
y no
chantre?
Aca o lo más probable ha sido que habiendo hecho el comisario alguna
ausencia, fuera designado Ruíz ele AguiJar para reemplazarle transi–
toriamente.
Sea como fuere, el hecho es que el juez ele la Eucío, según testifi–
can los mismos Inqui iclores, «debió tener pasión contra esta reo,
ansí por lo que pasó examinando un testigo, que se da
á
entender
que le pesaba porque no decía contra ella, [como] porque algunos de
los demás enmendaron sus dichos en las ratificaciones ante nuestro
comisario en favor ele la Maria de Encío.n
Poco más adelante, agregan las mismos Inquisidores, hablando de
esto mi mo, «presentó la reo un interrogatorio y memorial de testi–
gos, los cuales son gente principal y honrada,
y
fueron examinados,
y
prueba bien ele su buena 1•ida y fama, y ques mujer mal condicio–
nada
y
de poco saber,
y
que el dicho chantre es su enemigo y lo era
al tiempo que la hizo.»
Si tal había sido
el
juez, no le iban en zaga los testigos: «los cua–
les son, refieren Ulloa
y
Cerczuela, un fraile domínico, que prueba es
su enemigo; y algunos de los otros, los más, fueron sus criados,
y
tuvo pleitos con ellos y salieron de su casa descontentos.»
Libro
755,
años
1579-1586,
pág.
147.
Ahora bien: ¿cómo explicar la sentencia ele los jueces del Santo
Oficio si la Encío no hubiera tenido con qué pagar los mil pesos que
pagó? Conviene notar á este respecto 'que la reo, como
estuvie~e