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CAP. XII-NUEVOS PROCESOS

295

había recibido la info rmación contra ella, eran

enemigos suyos, y que por su parte presentó gen–

te princi pu.l y honrada que abonó su buena vida y

fama) fué condenada en votación del Ordinario y

consul tores

á

que abjurase

ele tevi

en la sala de la

audiencia, á que pagase mil pesos ensayados) y

en otras penitencias espirituales.6

G Es muy importante saber, para darnos cuenta de '¡a sentencia, lo

que los Inquisiclores pensaban del juez CJUe había recibido las decla–

raciones de los testigos

y

ele la calidad ele é tos.

Los testigos fueron examinados por el Chantre de Santiago de Chi–

le, dicen los Inquisidores.

Podemos asegurar que el pcr.onaje que ejercía entonces ese cargo

era Fabián Ruíz de AguiJar, ül mismo

á

quien hace poco hemos visto

procesado. Ahora bien: siendo Calderón el comisario, ¿cómo era

que las deposiciones ele los testigos habían sido recibidas por Ruíz

ele AguiJar? Se equivocaban Ulloa y Cerewela al usar ese cali–

ficatiYo, olvidándose de que Calderón era

teso1·e¡·o

y no

chantre?

Aca o lo más probable ha sido que habiendo hecho el comisario alguna

ausencia, fuera designado Ruíz ele AguiJar para reemplazarle transi–

toriamente.

Sea como fuere, el hecho es que el juez ele la Eucío, según testifi–

can los mismos Inqui iclores, «debió tener pasión contra esta reo,

ansí por lo que pasó examinando un testigo, que se da

á

entender

que le pesaba porque no decía contra ella, [como] porque algunos de

los demás enmendaron sus dichos en las ratificaciones ante nuestro

comisario en favor ele la Maria de Encío.n

Poco más adelante, agregan las mismos Inquisidores, hablando de

esto mi mo, «presentó la reo un interrogatorio y memorial de testi–

gos, los cuales son gente principal y honrada,

y

fueron examinados,

y

prueba bien ele su buena 1•ida y fama, y ques mujer mal condicio–

nada

y

de poco saber,

y

que el dicho chantre es su enemigo y lo era

al tiempo que la hizo.»

Si tal había sido

el

juez, no le iban en zaga los testigos: «los cua–

les son, refieren Ulloa

y

Cerczuela, un fraile domínico, que prueba es

su enemigo; y algunos de los otros, los más, fueron sus criados,

y

tuvo pleitos con ellos y salieron de su casa descontentos.»

Libro

755,

años

1579-1586,

pág.

147.

Ahora bien: ¿cómo explicar la sentencia ele los jueces del Santo

Oficio si la Encío no hubiera tenido con qué pagar los mil pesos que

pagó? Conviene notar á este respecto 'que la reo, como

estuvie~e