CAP. X-SEGUNDO PROCESO DE AGUIRRE
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podía tener, y que los testigos que habían jurado
contra él en el negocio del Sancto Oficio eran per–
juros y habían mentido y levantádole testimonio;
y había amenazado á los testigos que habían dicho
contra él y á los que se habían hallado en su pri–
sión; y en confirmación de esto, había tratado mal
á los unos y á los otros por muy livianas causas;
y rogándole cierto religioso al reo que se hubiese
con las dichas personas, respondió que no era po–
sible Dios ponerle en el corazón que hiciese por
las dichas personas; y que asimismo había man–
dado matar á ciertas personas en nombre de la
justicia, por sus intereses particulares, y mandó
sacar á uno de ellos de una iglesia á donde es–
taba retraído, y que le diesen luego garrote, co-
' mo se había hecho, sin darle confesor; y se le
acusó asimismo de otras cosas que eran tiranía y
sabían á ella y no tocaban á nuestra fé ni al conos–
cimiento de la Inquisición, ni á su fuero; y que
cuando supo que iban á prenderle por el Sancto
Oficio esta segunda vez, quiso salir al encuentro
á las personas que iban á ello, y para ello hizo
ayuntar en su casa en la ciudad de Santiago á los
vecinos de ella, y si le hobieran querido seguir,
hobiera salido al encuentro á las dichas personas
que le iban á prender; y que estando ya preso en
un aposento de su casa, que estando con grande
impaciencia de ver estas cosas le dijo cierta per–
sona, consolándole, que tuviese paciencia,
y
el reo
contestó que él tenía y había tenido más paciencia
que tuvo Job; y que estando traLando ciertas per–
sonas de la Orden de la Compañía ele Jesús y del
fruto que hacía donde quiera que estaba, dijo el