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INQUISICIÓN DE CHILE
pensó que el único medio que las circunstancias
le aconsejaban era dar de mano, por lo menos ¡;Jn
parte, á las instrucciones que se le habían entre–
gado y buscar en su industria, con maña más que
con fuerza, el llevar á cumplido término su co–
metido.
Comenzó desde luego para este intento por re–
ducir al deán y provisor de la Plata, el doctor
Urquizu, á que revocase la provisión que hahía otor–
gado al padre Payán para vicario de Tucumán,
por ser grande amigo ele Aguirre, y que en su lu–
gar nombrase al padre Vergara, que mostraba
gran zelo en todo lo que era menester.
De don Jerónimo Luis de Cabrera, corregidor
ele la provincia, obtuvo un préstamo de mil qui–
nientos pesos y otros auxilios, y que despachase,
además, algunos soldados que alcanzasen al padre
Payán y le hiciesen volver con los qne le acompa–
ñaban á fin de que no pudiesen prevenir á Agui–
rre. Para el mismo efecto pusieron también cen–
tinelas en los caminos con encargo de que no
dejasen pasar á nadie.
Logró, asimismo} reunir próximamente treinta
españoles seguros, y con ellos á la cabeza, fresca
todavía la tinta con que anunciaba estos porme–
nores al Santo Oficio, salía de Potosí en dirección
á los Charcas-donde pensaba detenerse ocho días
para hacer el indispensable acopio de provisiones–
el 30 de Agosto de 1570.9
Mientras tanto, habían trascurrido más de seis
meses y en Lima no se tenía noticia alguna de
9 Estos pormenores y otros de menor importancia constan ele la
carta de esa fecha que Arana escribió al licenciado Cerezuela.