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CAP. VII-FUNDACIÓN DEL SANTO OFICIO
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sentir que en sus casas se ocultasen bienes de
persona alguna en perjuicio de tercero, etc. Cree–
mos inútil prevenir que estas disposiciones obe–
decían enteramente á la resolución de los
~echos
y
cuestiones que se habían presentado en la prác–
tica.
Pero no se crea que por mediar estas disposicio–
nes reales cesaron los Inquisidores en sus abusi–
vos manejos y exigencias. En cuantos casos de
controversia se ofrecieron, hubieron de co:ntinuar
como de antes, demostrando así, á la vez que lo
poco que les importaban las reprensiones que en
várias ocasiones recibieran, lo dañado de sus pro–
pósitos
y
la poca limpieza de sus procedimientos.
Pero, al fin, tanto apuraron la materia los minis–
tros del Santo Oficio que llegó un día en que si
guiéndose causa de concurso en el Consulado de
Lima sobre los bienes de Felix Antonio de
V
argos,
ordenó el Tribunal, <<por el interés de un secretario
suyo:» que se le enviasen los autos para que ante
él 'Se siguiese el juicio; y pareciéndole al del Con–
sulado que esto sería en agravio de sus fueros, se
presentó ante el Gobierno, el cual, con dictámen
d@l Real Acuerdo, dispuso que se formase sala de
competencia, lo que resistió la Inquisición con
pretexto de no ser caso de duda el fuero activo de
sus ministros titulados.
El Virey Manso á su llegada á Lima encontró el
expediente en este estado, y comprendiendo, como
dice, que en él estaba interesada la causa pública,
después de nuevas tramitaciones sin resultado, hizo
}lamar . á su gabinete á los Inquisidores para ver
modo de tratar privadamente el negocio, logrando