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LA

INQUISICIÓN

desinterés

y

otras prendas que necesariamente deben

concurrir, especialmente en la

Indias, para for–

mar unos ministros

y

un tribunal de tanta expecta–

ción,

y

con más particularidad en Filipinas, á la

frente de tantos herejes, idólatra·, moros

y

cismá–

tico , que nada más abom inan que el fausto

y

am–

bición de los mini tro de nue tra

anta fe, me pa–

rece que V. S.

l.

podía hacer el encargo del decanato

ele este tribunal al

~rzobispo

de Manila, que es ó

fuere,

y

que entre tanto

ugeto benemé_ritos de la

santa

Igle~ ia,

que por sola su exaltación, despre–

ciando us patrias, pariente , universidades y otras

conveniencia ,

~ e

sacrificaron al yugo del carro de

la Igle ia ele Dios, excoja por esta primera vez, á

proposición ele los su periore. de las religiones de

quienc

\ . S .

l.

gu tase hacer esta confianza, los

sugeto más digno para tan alto ministerio, con la

obligación ele dar cuenta á V. S.

l.

para su apro–

bación.

«De esta suerte, eñor, e podía formarun tribunal

tan santo como integérrirno, que pre enrase de los

muchos inconvenientes que lastimosamente se han

experimentado y que cada día pueden temerse, pre–

viniendo al tribunal

y

superiores de las religiones

para lo ucesiYo, que faltando algún ministro, los

superiores de cuya religión fuese, propongan á aquel

tribunal tres sugetos ele la misma relio·ión para que,

con su informe, pueda V. S .

l.

nombrar al que hu–

biere de substituirlo, subdelegando V. S.

l.

su fa–

cultades en aquel tribunal para que, á proposición

de los mismos superiores, nombre sugeto que sirva

interinamente, encargando sea sie.n:pre aquel de