EN LAS ISLAS
FILIPI~AS
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monjas de Santa Clara, un beaterio numerosisimo
de Santa Catalina y otro ele indias y mestizas .
«Este emporio casi de todas naciones, pues con
grande gloria do la espailola, concurren á su tráfico
no sólo las gentesde laAsia, de la IndiaOriental, del
gran Mogol, dela Tartaria, de laArmenia, sinó tam–
bién de la Europa, franceses, holandeses, ingleses y
portugue es, está tan inmediato á la gran China,
Japón, Mogol
y
la India Oriental, que no sin gran–
des fundamentos se espera que, cultivando
y
ence–
rrando en si una cristiandad tan grande y tan florida,
ha de servir de escala por donde pase
y
se extienda
nuestra santa fe cató lica
á.
los imperios
y
naciones
fl!áS numerosas de la tierra.
«Por un fin
tan de la gloria de Dios, y
pc~.m
qne
á
vista de tantas naciones idólatras, mahometanas,
cismáticas
y
herejes de todas sectas, qne C011Curre11
y
trafican por Manila, se conserve la fe católica pura,
ilesa
y
limpia de toda manclla, me ha parecido re–
presentar
é
informar á V. S.
l.
los medios que me
parecen
conclucéntL~S
y necesarios para conscguie
un fin tan glorioso á la nación cspailola
y
á
la santa
Iglesia católica romana.
«Y,
siendo el tribunal do la santa Inquisición la
piedra del toque de nuestra santa fe, parece qne si
en algún dominio, reino ó provincia de el Hey Cató–
lico, nuestro sel!or, era necesarioeste,santoTribnmtl,
es en las Filipinas, no sólo por las razones que se off'e–
(?.en á la primera vista ele
la. introducción que llevo
hecha, sino por otms muy particulares
y
urgentes
que expondré con la mayor brevedad.
«A los principios de aquelllas conquistas, se esta-