144
LA INQUISICIÓN
blecia en Manila un comisario de la santa Inquisi–
ción, subdelegado y dependiente del Tribunal de la
Nueva España, qu e re ideen México . Esta comisa–
ría estuvo muchos años en la religión de San Agus–
tín, por haber s ido la primera que entró á evange–
lizar en aquellas partes; después, por un caso muy
ruidoso, pasó á la religión de Santo Domingo, don–
de al presente está ej erciendo un religioso particular
una jurisdicción tan universal, que por la distan–
cia g rande de tres mil leguas á 'México, que es mu–
cho mayor
y
más expuesta que la que hay de México
á España, es preci o que en muchos casos corte
absolutamente con los inconvenientes que de las
cansas gravísimas de e ' te santo tribunal se pueden
concebir; y á la verdad, por motivos de grande con–
sideración, como el haber remitido á un jesuíta muy
grave co n la nota de reo, desde Filipinas
á
México,
donde se declaró del todo inocente y, honrado públi–
camente, como acostumbra este santo Tribunal, vol–
vióá Filipinas triunl'ante y con el grado de calificador,
y
por otras
ju~
tí imas causas, se determinó señalar
un particular comi ario precisamente para los reli–
giosos ele la Compañía de J esús, como ha muchos
años que lo
ti
ne, y al pre ente lo es u n reli gioso
de San Francisco .
1
1.
El jesuita que volvió triunfante
á
Manila después de haber si–
do enviado
á
i\\éxico como reo del
anto Oficio,,á que se alude en
este párrafo, no lo podríamos señalar con certidumbre, pero es pro–
bable quelofueseel P. Cani .
Respecto á los comisarios especiales
á
que también se alude en
este lugar, s lo indicaremos aquí al doctor D. ,1\lartin j os<) de En–
dayay Ray0, que desempeñaba ese cargo en 1736,
y
cuya biogra–
fía consta de la relación de sus méritos que describimos bajo el nü·
mero 431 de nuestra
Bibhog1·a(ia espafíola de Filipinas.