152
LA
INQUISICIÓ~
llegados á cierla parte, amarraron dos piedras
al
ídolo,
y
prévias muchas reverencias, le tiraron al
agua.
Dljose que de e te hecho había resultado escán–
dalo en el pueblo,
y
iendo denunciado al comisario
Fr. Bernardo ele Ustáriz, trató luego ele levantar in–
formación del cnso. Comenzó por dirigirse al Ar–
zobispo
y
luego al Gobernador para que le die-–
sen ministros ele su sat.i facción que le asistiesen
en las diligencia. que pensaba practicar, negándo–
se ámbos con pt·etext.o de qne no tenian oficiales
de la calid ad que se soli citaba. Hecurrió en tonces el
comisario al general D. Antonio Romero, para que,
como familiar, acl nase en las diligencias de la in–
formación, que en dos días quedó terminada. Tra–
tóse en seguida de a. egu rar á los reo , para lo cual
era indispensable la fuerza pública
y
cárcel en que
guardarlos, que sólo podía facilitarla el goberna–
dor Marqués de Ovando. Pero hubo de salie bien
mohíno de su presencia el general Romero, cuan–
do tuvo por respuesta que, en virtud ele los ele, pa–
chos
y
reales cédulas que obraban en:su poder, era él el
juez priva.tiYo ele la causa, cosa que repitió luego al
com isario, á quien para el
ca~ o
mandó llamae á su
despacho, rogándole que
e ab tuvie e de en tender
en aquel negocio, pue se hallaba por su parte con
in tento de castigar á lo culpables.
«Por remate digo, concluía. el comisario dando
cuenta de lo ocurrido á sus superiores de México,
que este Gobernador se hace inaccesible é intra–
table con él cualquier negocio, pues la gran satisfac–
ción que de si tiene
y
la tenacidad con que se obs-