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LA INQUISICIÓN
establecimiento de la Inquisición cuando la Auclien–
cia de Lima se veía obligada á ocurrir al monarca
denunciándole los abusos inquisitoriales: denuncio
y queja que habían de ser continuados en intermi–
nable cadena hasta por los mismos arzobispos de
Lima.
Ante.los multipliéadas quejas que llegaban, pue–
de decirse que día á día á los pies del trono, vióse
el Rey en la necesidad de dictar medidas genera–
les que atajasen en cuanto fuese posible la serie
de abusos de que
s~
habían hecho reos los minis–
tros de la Inquisición; disponiendo qne, juntándose
dos de la General con dos del Consejo de Indias,
fo'rmulasen un reglamento que en adelante sirviese
dé norma á los Inquisidores en su conducta y des–
lindase sus relaciones con las autoridades civiles.
· La·real cédula que lo aprobó y que lleva la fecha de
1610, fué siem,pre conocida bajo el nombre de
con–
cor~·ia,
pero en r:ealidad de verdad constituye en
cada uno de los veinte y seis artículos de qne cons–
ta otras t'antas sentencias condenatorias contra los
ministros de los Tribunales ele Indias,
·se mandaba en ella; en primer lugar, que los In–
quisidores, de ahí en adelante, tácita ni expresamen–
te, no se entremetiesen por sí ó por terceras p·erso–
nas, en beneficio suyo ni de sus deudos ni amigos,
á arrendar las rentas reales ni á prohibir que con
libertad se arrendasen á quien rnás por ellas diese.
No debían tratar en mercaderías ni arrendamien–
tos, por sí ni por interpósitas personas; quedarse
por el tanto con cosa alguna que se hubiese vendido
á otro, á no ser en los casos permitidos; tomar mer–
caderías eontra la Yoluntad ele sus dueños; y los
que fuesen mercaderes ó tratantes ó eneornenderos,