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LA INQUISICIÓN
co, testificado de solicitante por quince indias, todas
viudas ó casadas. Notificado del mandamiento del
Santo Oficio, se presentó en Lima en Octubre de 1599,
siendo condenado-en abjuración
de lei'Ji,
penitencias
espirituales
y
privación de confesar mujeres;
y
el
guardián del convento de·las Juntas de la provincia
de Tucumán Fr. Andrés
Corr~al,
testificado en aquel
año por veintiocho mujeres indias, á algunas de las
cuales quiso forzar en la misma iglesia. A éste, ade–
más del destierro deTuC1,1mán, se le dió una discipli–
na en presencia del secretario del Tribunal .
Y
sigue la lista de frailes solicitantes en Tucu–
mán :·
Fr. Diego de Sanabria, coméndador de su conven–
to de Esteco, denunciado por veintisiete mujeres,
y
fuera de éstas, «otras testigos mujeres, añaden los
inquisidores, le testificaron de accesos carnales
y
de
algunas fuerzas que les había hecho
y
procurado
hacer.)> El reo llegó á Lima á mediados de 1598.
Fr. .Mateo de Alvarado, natural de Jerez
y
criado
en Lima, que no se cuidaba para nada de la iglesia
en sus actos torpes
y
desvergonzados
y
que en su
confesión, prestada en Lima en Julio de aquel año,
se 'entretuvo en contar á . los inquisidores que)) una
aYe. que se llama cóndor tenía virtudes, porque el
corazón era bueno para desligar los que estaban li–
gados
y
el pico para ser venturoso.)> Fué también
desterrado
y
se le aplicó <<una disciplina regular.»
De los clérigos de Tucumán, fué denunciado Pedro
de Avis Lobo, portugués, acusado «por rloce in–
dias
y
una mestiza haberlas solicitado en el acto de
la eonfesión en la manera siguiente:» annque vale
más no contarlo! ...
Rodrigo Ortiz Melgarejo, hombre noble, clérigo