EN CARTAGENA DE INDIAS
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contra el sistema copern icano, seria no hallarme
instruido en
la
historia del sistema; me quejo abier–
tamente de que habi-endo propuesto di eziséis razo–
nes ele congruencia para manifestar á los sabios ele
este reino en públicas conclusiones el actual estado
del sistema copernicano, salgan después de tarfto
golpe de lu z unos asertos dirig idos á obscurecerlo
con densas tinieblas,
á
insrirar entre gentes débiles
el terror á las nuevas enseñanzas que promueYe el
Gobierno
y
á seducir á ignorantes incautos, fomen–
tando la facción y el partido, para que, prevalecien–
do el peripato, y abrazándole prácticamente la ju–
ventud, se conserve con el antiguo clesórden el
predominio que basta ahora muchos han disfru tado
en la enseiíanza, con detrimento ele las ciencias . No
es otra cosa lo que se pretende, cuando ya han con–
venido los .sabios en que su Yercladero sentido y
sana inteligencia en nada perj uclica al sistema co–
pernicano)) .
Mu chos otros particulares a uraza el brillante pa–
negírico hed1o por Mutis ele aquel sistema científico
por él p-reconizado y enseñado, que no hemos ele
reproducir porque hoy no necesita ele defensa. La
verdad era, sin embargo, que aquella discusión se
alejaba de la órbita ele las facultades y conocimien–
tos del virrey, y así hubo ele aaoptar ante el escrito
de Mutis el doble ten1peramento ele envia rlo á la
Junta de Ternporaliclacles «en que por preeisa inci–
dencia>) se había tratado del mejoramiento de los es–
tudios en el virreinato, para afianzar, con
lo
que di–
jere, toda ulterior resolución,'y en copia con todo lo
obrado en el incidente, para que en lo concerniente