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LA INQUISICIÓN
misión, y acordó, cmni endo sus intenciones con el
notorio celo y actividad de V. S., le decía al Go–
bernador, dar las providencias que juzgue oportu–
nas á impedir el progreso de tan perniciosas ideas
;r
recoger el mencionado libro .))
1
Esas medidas re:__
sultaron, sin embargo, infructuosas, pues ni el go–
bernador ni el Sai1to Oficio lograron descubrir un
sólo ejemplar de los
Derehos del hombre.
Veamos ahora lo que al respecto sucedió en el
Perú.
En Lima, el 12 de diciembre de 1794, el Yirrey
D. Franci sco Gil pasaba un oficio reservado al Tri–
bunal del Santo Oficio manifestándole que se tenía
noticia haberse esparcido por el virreinato de Santa.
Fe un papel impreso co n el titulo de
Los derecho$
del hombre,
c<sieodo su intento el de seducir á 1as
gente.s fácil es
é
incautas con especies dirigidas
á.
favo recer la libertad de r elig ión y á turbar el buen
orden y gobierno establecido en los dominios de–
nuestro soberano;))
y
al mismo tiempo que apuntaba.
las líneas censurables del libro, les pedía que por
s u parte tratasen de averiguar si había ll egado por
aquellos lu gares algú n ejemplar.
Así lo prometieron los ministros del Virrey, y, aF
efecto, levantaron
lll1
expediente en que se estampan
las sospechas de haber en Lima algunos asaú1bleís–
tasy muchos jacobinos, como ser, don Javier Elorza
y
el peh1quero francés Juan Alejo Potet,
y
procedie_:
ron á dictar auto encareciendo á los comisarios del
r.
Carta del inquistdor Moriana
y
Zafrilla,
22
de septiembre de:
1794·