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LA INQlJISi yiÓN
cado y lastimado, señalándole como con el dedo ,_ no
pudiendo ignorar lo había sostenido el aüo antes:en
conclusiones públicas, presenciadas por el señor
Virrey,
y
dedicadas al mismo, y verisímilmente será
el doctor :Mu tis el primero y úni co qu e en es te reino
y
tG~.lvez
en toda la América, se ha declarado en lo
público por este sistema)) ;
«SÍ
bien, por no haberlo
ejecutado así los dichos PP . Regente
y
Lector en
esta ocasión, les ha sobrevenido
y
resultado no poco
pesar, desaire
y
mor tificación ...))
Con vista de todo, los inquisid ores aco rdaron en–
viar el expedi ente en cons ulta al Consejo, donde no
obtuvo otra provid encia que «al relatorh)
1
E ste in cid ente es sin duda in teresante para apre–
ciar el estado ele los conocimientós científi cos en
aqu ella parte ele la América del Sur; las trabas pues–
tas por los frailes encargados de la enseñanza al de–
sarrollo de la instrucción, y el eriterio que dom ina–
ba en los mi nistros del Santo Oficio, de quienes es
de extrañar, en vista ele lo que conocemos, no enjui–
ciasen por lo menos al doctor Mu tis .
Otro de los procesados en esa época por lectura ·
de libros prohibidos, fu é el médico
y
teniente de
gobernador del pueblo de la Victoria en la provincia
de CaracaS: don Juan P erdomo, qu e logró escapar
á
1.
El expediente fué enviado con carta del Trib un al de 6 de marzo
de rnS.
El provi ncial de los dominicos de Santa Fe se llamaba Fr. Domin–
go de Acuñ a; el regente de estudios de la Universidad, Fr. J uan
José Rojas,
y
el lector de Artes, Fr.
Jos~
Maria Sandoval. El fiscal
era don Juan Félix de Villegas, hombre que hab ia sido promovido
al Tribunal desde la misma Santa Fe.