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LA _INQUISICIÓN
dió,
y
Santiago P eregrino, turco, testificado de -ha–
cer mover unas varill as con ciertas palabras que
nadie le entendía.
Juana Bautista de Ochandiano, que habiendo sido
desterrada, se quedó en Río de la Hacha, como cu–
randera,
y
por ello fué nuevamente presa. Amane–
ció un dia muerta en su cárcel.
Luis Méndez de Cbávez, á quien le ha1laron una
biblia en romance
y
otros libros que olían á herejía,
_ preso en la Nueva Barcelona de los Cumanagotos
por haberse hecho sospechoso de judío durante el
viaje que acababa de hacer desde la costa de Africa,
perdiendo, además, el navío
y
los negros que estaban
en
él.
Catalina de. Barros, nlU lata, que era muy consul–
tada en Jamaica para acli vinar los
hm~tos;
don Juan
Galinclo, natural de Mariqüit.a, acusado falsame nte
por sus indios, inst1gaclos por el cura doctrinero,
y
que llevó cerca ele dos años de cárcel; Anton io, mu–
lato, por reniegos;
1
Juan Federico, capitán de una
fragata holandesa, á .fa cual rindió la capitanilla ele
Cartagena, acusado de haber dicho que era calvi–
nista
y
ele que no quería jurar por la cruz,
y
que se
huyó con otros compaueros en unión
d~
ocho ele sus
paisanos ei1\ las vísperas ele prenderle.
En auto de
21
de diciembre de
1650,
celebrado en la
iglesia de Santo Domingo, fueron penitenciados:
J uan Drake, denunciado en Santo Domingo de que
siendo lu terano frecuentaba los sacramentos, que
r.
Parece que este reo debió salir en auto de fe de 19 de febrero
de I65o, pero por las razones dichas en nota anterior. no puede
eso asegurarse con certeza.