EN CARTAGENA DE INDIAS
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(]aci ón del Consejo de que se portase con menos
crueldad y diese cuenta de las alrnonedas de bienes
del Santo Oficio, que remataban sus criados por
n tenos de lo que valian,
ó
por personas cuyos nom–
b res eran supuestos .
1
Y como ya se hallaba en mal
camino, fué extraviándose de tal modo que Líen
pronto supo también el Consejo ccque tenía muchos
deudores y vivía con poco recato en la fl aqueza hu–
man a, sali endo de noche disfrazado,
y
no tanto que
no le conocen algun as personas, y comunica
á
mu-
jeres casadas, de que me consta con evidencia, de–
cía un testigo respetable;
á
que se llega ser
tan
públi co,
á
dicho de don P edro Zapata, gobernador
de esta ciudad, que se guarden del dicho don Diego
del Corro, porque ha dicho que ha ele empezar por
las mujeres de sus amigos,
y
te ngo por cierto
cp.w
lo dijo.
»
2
Ignoramos s i las muj eres do los amigos de Co rro
.serían tan tentadoras que tuviese n
á
riesgo de caer
á
todo un inquisidor , pero es verdad que lo era la
caja del Tribunal, repleta enton ces ele dinero . Habían
.entrado en efeeto en ella, de haciendas litigiosas y
por cob rar, 199,780 pesos; en censos, 70,475; en di–
nero, 117,202; aplicados al fisco do concursos y tam–
bién en dinero, 42,955:
ó
sea, un total ele cuatrocien–
tos treinta mil cuatrocientos catorce ,pesos.3 De es ta
r. Respondiendo á estos cargos, decía el acusado que siempre
había creído qu e tenía más de benigno q ue de cruel,
y
qu e lo de–
más era falso. Carta de
21
de noviembre de
1658.
2.
Carta al Consejo de Fr. J uan de San Guillermo,
11
de febrero
de
I658.
3. Certifi cación dada en Madrid por el Contador General en
3o
de junio de
16Sg.