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LA
I~QUISICTÓN
Todos estos excesos, por enormes qne parozcan r
so han de considera r insig nificantes al lado do los.
crímenes que el \ isitador encontraba haberse co–
metido por o] notario Uri Rrte Aráoz. Hubo momento·
en que, en vis t_a de que no le valían á éste todas las–
arterias y maquinacion es qu e ponía en j uego para
impedir la vi.'ita, temió que le matase .
1
cEs te te–
mor no es Yano, aseguraba Medin a Rico, porqu c–
testi flcaciones hay en la visita que Luis Dlanco de
Salcedo, notario que fuó del Secreto en es ta Inqui–
sición, murió de veneno dado por su mujer y el in–
quisidor Juan Ortiz, que entonces era receptor, por–
casarse co n dicha muj er, como lu ego de contado su-–
cedió;
y
de que el inqu isidor don Mar tí n do Cor tá–
zar murió por veneno dado por dicho
i nq uis i d01~
Ortiz
y
Juan de Uriarte, por haberle cogido unas
cartas en que daba cuenta á V. A. de sus perversos
procedE--res;
y
de que por orden de Uriarte ma taron
á traición a don Rodrigo ele Ovieclo luego que ll egué
á esta ciudad: po r ser en tonces capi tal enemigo de
dicho Uriarte
é
inquisidor don Juan Poreira
y
el que
más les podia daüar en la visita, por haber sido an–
tes intimo amigo ele ambos,
y
por cuya mano corrie–
ron los delitos cometidos por Uriarte en su tiempo
y
del Inquisidor en los procedimientos contra el seriar
don Martín , que fu eron muchos
y
de muy mala ca–
lidad;
y
por no toria se tiene la facilidad con que en
estas provincias (llenas de negros torpes, criados en.
s uper ·ticiones
y
hechizos, hombres
y
muj eres que·
1.
«Toma n otro camino, que es solicitar acabar sus cuidados con
mi vida , de que se ha ocasionado tener muchos avisos que cuide de.
guarJármela ....
»