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fía de ÜYi edo; ele los compadrazgo que tenía en
la
ciudad; ele su porte poco decente, que llegaba á tanto,
que,
á
la publicación del auto ele fe asistía en chan–
cletas; ele u empeño en pedir á los vecinos coche
de pro tado; de su flojedad inaudita, pasándose las
tre horas ele audiencia tendido en uno ele los ban–
co' de la ala; ele cómo atendía luego los empeños
del obi
' PO
para perseguir por el Santo Oflcio á los
fraile que le reprendían su insaciable codicia.
P ero sobre este abuso que el ·inquisidor hacía do
su cargo, Yale la pena de oi r á Meclina Hico,
c<Es
muy de reparar, decía á este peopósito, que ninguno
ha ll egado á tener poco lugar en la volun tad del in–
quisidor don Juan P ereira contra quien no haya te–
nido causa, y causa de fe
ó
como de fe. Causa tuvo de
fe contra el seiíor don Martín Heal, pues por escritos
público ~
le trató como á cnernigo ele la fe, y fueron
tales algunos, que los hizo quitar de los autos con
ánimo ele quemarlos, y corno á reo de fe le embargó
todos s us bienes y dispuso ele ellos y se apropió al–
gunos.
ccCausa hizo de fe á don P edro Real, sobrino del
señor don Martín.
«Causa trató en todo y por todo como de fe, cor¡.
pri sión en cárceles secretas, contra Angelo, esclavo
del sefíor don Martín , y como á preso de fe lo sen–
tenció y castigó, siendo lo más que pretendieron
haber delinquido, haber Teñido con un. fraile y ha–
berle dado con un palo; y todo esto fué falso y nunca
se probó, aunque hicieron
á
los testigos muchas
sugestiones para que lo dijesen.
«Causa fulminó y siguió, como de fe> contra don