EN C.\.RT.\.GEN.\. DE INDIAS
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tando azotándole; y Hernanclo de Viioria, mulato,
por habe rse casado dos Yeces .
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Como se ve, bi en poco era el tiempo que los In–
quisido res habian ded icado, embebidos en sus di–
s idencia. personales, á la trami tación ele causas de fe,
y
éstas do ordinario seguidas co n tan ning ún acier–
to que motivaron frecuentes obsen aciones en el
Con sejo, aún ·en par ticulares de gn1Yecl ad. No era
estrauo, por consiguiente, que los delegados del Tr i–
bunal en proYin cia proced iesen de la mi s ma man era,
.abusando ele s us puestos, como s us jefes,
y
sig uien–
do, en cuan to á sus pasiones, el ejemplo qu e aquellos
les daban .
En el di trito ele la Inquisición ·habían muchas
personas con títulos el e comisari os, nota ri os, algua–
.ciles
y
famil iares del Santo Oficio, que traían i nsig–
nas de talos
y
era n amparados «en el fuero)), sin te–
n er dadas s us pruebas ele limpi eza, habi endo lu–
gares en que res idían dos
y
tres comisarios
y
otros
tantos alguaciles
y
notari os . En vis ta de esto, man–
·dó el Consejo por carta ele 27 de no viembre ele 1649
·que en adelante no se despachasen semeja ntes títu–
los , ni que se les permitiese carga1' in signias ni aún
-se les amparase en el fuero. Apesar de ord en tan
t erm inante, los m in is tros, por lo relativo á es te últi–
mo punto, el más importan te el e iodos, mani festa–
ron que serla conveniente continuar el abu so, por–
-que de otra manera no sé hallarían personas que
quisiesen ejercer tales oficios , <porque lo general es
hacerse od iosos con ellos á todas las justicias ocle:-
1.
Carta de los Inqu isidores, de 6 de octubre de 16S4.
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