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Fray Blas Suarez del Orden de Nucstra Seüora de las
:Jlercedes; D. Antonio de Tapia, D. Antonio Garcés, ya
rlifuntos todos, y mucha gente de fuera, y toda.s sus hi–
ja., de las cuales las mas son ya difuntas. Y de las que
ahora actualmente viven,
y
se hallaron presentes
á
ello
la noche que sucedió, son las siguientes: La hermana .
Ana de Jesus Nazareno; la hermana Luisa de San Pe–
dro de Alcántan"t; la hermana Tomasa de la Soleda.d;
la hermana Tomasa de
J
esus
N a~ areno; la hermana
Juanp, del
E.
píritu Santo;
la
hermn.naVcntun1 de la.
Santísima Trinidad, y de fuera, mi hermana Doña Ma.g–
dalena Perez
y
Valenzuela, que .todas en casp necesario
lo juraria,n.
Fueron mu hos los milagros que hizo la sier-ra do
Dios aquellos cuatro clias que estuvo su cuerpo sin en–
terrar. Al tercero clia de su muerte, entre la multitud
de gente que entraba, entró un Cirujanq
y
pidi / le des–
tapasen un brazo que la qu.eria sangrar,
y
nosotras no
quisimos por no destaparselo,
y
él nos dejó descuidar,
y
le picó en una vena en la frente, y así que le picó, sal–
tó un caño de agua clara como de la pila;
y
a:ú estuvo
todo el dia hasta las siete de la noche,
y
á
esa hora em-.
pezó
á
salirle gangre con tanta abundancia, que parecía
hervir como olla ·que está puesta en la candela,
y
le–
vantaba en alto el caño corno un dedo;
y
asi·hubo san–
gre para cuanta gente h::,¡,bia, que era m-qchísima,
y
que–
dó saliendo tanta,, que al cuarto dia que la enterraron,
puesta en el cajon sobre una frazada doblada en seis
dobl-eces, vestida
y
con capa puesta, clavado el cajon
y
forrado en bayeta morada de la tierra, fué talla abun-.
dancia de la sangre, que á los Padres de la Merced que
cargaron el cajori
ha~ta
la sepultura, les manchó los
há~
hitos de sangre. De esto hubo infinitoe testigos de
afue~
ra,
y
de adentro todas sus hijas las mencionadas
arri~
ba que viven.
En aquellos cuatro dias que estuvo el cuerpo de
la
Venerable :Madre sin darle sepultura, adornado con su
palma
y
corona,·_como Vírgen, por estar constantemente