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me preg1;ntaron ¿qué tenia? y les dije cómo había ido
á
pedirle á nuestra madre me quitára y sanára aquel mal
que tenia, y que parecía me habia dado con una piedra
en
la
cabeza, segun el dolor que allí mismo me dió, y me
sacaron echando sangre negra por las narices, de suer–
te que fué menester sangrarme, y me alivié: y aí cabo
de mas de un mes, sonandome, sentí caer en el pañuelo
una cosa pesada, y yendo á ver lo que había echado,
fué el pólipo, sin dolor, ni echar sangre. Llamé al Ci–
rujano, y él dijo era el pólipo, y que solo por milagro
lo podía haber echado, ·que tal cosa solo por milagro su–
cede. Dios sea alabado en todo y por
to~o.
Una de sus
~jas
de la sierva .-de Dios, llamada Sor
Tomasa de
la
Soledad, dice:
ce
que habría un año, poco
mas ómenos, que había muerto la sierva de Dios,y p:llde–
ciendo yo
~dirélo
con sus mismas palabras)>> des«.e pe–
queña unas jaquecas muy fuertes, y en esta •ocasion me
dió mas fuerte que nunca; y llorándola yo, clamaba
amargamente, diciéndole: Mamita, ¿como te has ido, y
me has dejado sola, y me estoy muriendo de este dolor?
En esto me quedé dormida, ·aunque no del todo, y sentí
su olor suave, que siempre tenia, y entónces le dije:
siento tu olor y no te veo, y juntamente una mano que
apretándome con ella
la
frente
y
sienes donde tenia el
dolor, creció de tal suerte la suavidad del olor, que lo
tenia como metido en el sentido: desperté llorando, y
abriendo la cortina de mi cama, ví una Nazarena muy
resplandeciente cerca demi cama; y al punto que la ví,
me eché
de
la cama abajo para cogerla, y se me desa–
pareció. Entónces le dije: Mamita, ¿para que reniste si
te habías de ir?
Y
quedé llorando á
sollozos; y todo es–
to pasó
á
medio día, y aquel mismo
dia.seme quitó la
jaqueca totalmente, y aunque me d
a, no es con la fuer–
za que antes, ni tan repetidas. Este suceso no lo había
dicho en tantos años, hasta ahora que están escribien–
do: ha pocos dias que me lo están tra.yendo á la memo–
ria que lo diga, y lo pudiera jurar con toda verdad, que
así pasÓ.»