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la sierva de Dios,
y
cuanto podia nos -enviaba;
y
por fin
murió su e po a
y
él antes de la clausura, y nos dejó
la chacara, ca.leza
y
cuanto tuvo.
Hubo algunas personas, qu
e quisieron hacer algo por
la casa,
y
proponiéndoselo al
herma.no Sebastian, él con
su amor
y
buen celo, no aceptaba lo que querián
hacerlos sujetos,
y
les proponiaJüciesen lo que á él le pa.re–
cia mas preciso,
y
así no querian hacer nada, y se de -
pedían con harta pena mia,
y
así no había quien hiciera
nada en adelantamiento de la casa,
y
yo,
y
toda
cla–
mando á Dios viera por su casa, y adelantamiento. Con
esto me decían algunas personas, que
iéntras viviera
el señor Seb· tian de Antuñano,no hab1a de tener casa;
y yo decía: mu.erto el hermano, para qué quiero casa;
con estos trabajos, vino un dia el hermano Sebastian, y
me trajo dos libritos de un ejercicio que hay de la San–
tísima Vírgen, que se hace por tiempo de u
añ~,
y me
dijo: «Madre Providencia., haga U. este ejercicio con sus
hijas, y pidámosle á su Magestad Divina que haya per–
sonas que ayuden á fomentar y a.delantar su casa. Yo.
le dije: Señ<Jr, ejercicio de un año en comunidad es muy
penoso, porque unas estarán de prisa, y otras no esta–
rán para ello en la hora que se ha·de hacer; y así hága-–
lo U. solo,
y
yo lo haré tambien.
Empezéle á mi señora el ejercicio,
y
apunté el dia en
que se lo empezé, y habiendo pasado tres meses ó cua–
tro, vino un sujeto y me dijo: Madre, D. Fulano tiene
un cuarto lleno de madera, y habiendo ido
un~
persona.
á comprarle, le dijo no la vendia porque la tenia para
las Nazarenas. Con esto me pareció á mí que ya iba mo–
viendo Dios
á
que nos ayudaran para el adelantamiento
de la casa de mi Señor; y fuí prosiguiendo mi ejercicio
con mucha fé de que
no~
había de ayudlr Dios y su N[a–
dre Santísima, y
~
los nueve
ó
diez meses que habia
que lo estaba haciendo, fué enfermando
el
hermano Se–
hastían, y desfigurándose tanto, y sin calentura ni do–
lor ninguno, que entré en cuidado.
Escribí_al señor Canónigo Garcés, que era Provisor