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con una estampa de mi Señor de los Milagros, dijo que-'
daba pagado.
Ya que se trataba de
hac.er la fundacion hubo otra di–
ficultad, y fué el volver
ál enviar
á
Roma por la confir–
macion de la sagrada túnica con la regla Carmelita, lo
cual me costó hartos pasos: dispuso Dios luego el que el
)?adre :Maestro Gazuita iba á Roma, y me valí de él, y
le dí mil pesos para lo que se.ofreciera de gastos, pero
nos lo trajo todo cumplido:
á
Dios las gracias.
·
CAPITULO XXXI
EN QUE SE PROSIGUE LA MISMA MATE!ijA, Y COMO SE
HIZO LA FUNDACION DEL MONASTERIO.
El
adre Domínico, de quien hice mencion en el
09J–
pítulo
ant~edente,
despues quedó con la caridad de
buscar limosna para hacer las oficinas necesarias, y pro–
siguió asi, hasta que antes que entraramos en clausura
se lo llevó Dios.
En lo que padecí harto fué con el señor Virey, que
lo era actualmente cuando vinieron las licencias el se–
ñor Morcillo, Arzobispo de la Plata, ó de los Cha"(ca .
Habiendo traído las licencias fuí á llevarselas al señor
Vircy para que las viese, y se me volvió un leon, per–
mitiéndolo Dios,
y
me dijo mil cosas, y que eramos Bea–
tas, y peores para Monjas; que fuese donde el señor Ar–
zobispo (que lo era el señor Soloaga) á darle cuenta de
á lo que había venido: despedíme de su Excma. Illma.
bien mc;>rtificada,
y
fuí donde el señor Arzobisp9, quien
me recibió hecho un ángel, y con gran gusto de lo que
habíamos alcalljado de su Magestad.
·
Con esto fué corriendo el tiempo,
y
murió el señor
Arzobispo Soloaga, y vi"no entónces por Arzobispo e1
, señor Morcillo,
y
por Virey el señor Marquez de Cas–
telfuerte: y habiendo venido ya la confirmacion de lasa–
grada túnica, con la r egla
y
Constituciones Carmelitas
de Santa Teresa, se empezó
á
tratar de la clausura; yo