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tenida por tal, segun se apuntó en el capítulo

l

?

y

ma–

nif~s~ó

ella misma

á

sus confesores; fueron . muchos,

y

· cas1 mnumerables los milagros prodigiosos que hizo, de

los cuales pondré aqui

alg~nos .

Entrar cargados los tullidos, y salir a.ndando por sus

pié ,

á

vista del gran concurso de gente que babia, y de

·ver tantos proch gios, a.lzaban el grito diciendo: milagro!

milagr o.

y

á

esta voz concurrjan innumerables enfer–

mos. Trajeron Escrib .1o Público, sin pedirlo nosotras,

para pue fuera ·dn.n clo fé, y escribiendo todos los prodi–

gios pue veia,

y

oi< decir Lle la sierva de Dios, las cua–

les doclar:1cioncs ·e las llevó el dicho Escribano, que

nosotras con lag ·

li

pena. con que estaba.mos, y el gran

concurso ele gente, n

las pudimos haber

las manos.

En e pecül me

üCU

rclo de un señm: Sacerdote lla-

mado D . ... . . .. . no ·upc, u nombre, que era tan

ordo,

que solo

or

Cl'ito sabia lo que le decían y habiendo

entrado

á

don de estaba el cuerpo de la

ierva ele Dios,

le aplicaron la ma!lo le la icrva de Dios.

á

los oidos,

y

al contacto, en menos de do credos salió oyendo como

cualquiera bueno y .·ano, dando todo

1

oncur o de gen–

te mil gracias

á

Di

e:;

de tal prodigio y milagro .

Sucedió que en vida venia,

á

ver

á

la ·ierva de Dios

una s ñora que la qucria mucho, llamada. Doña Vcitoria

Ferna.nclcz,

y

si mpre qu venia le rogaba mucho le pi–

die e

á

Dio. por hallar. e muy sorda, le volvie e el oido

porque padecía mucho trabajo para COi1 fe¡;ar. e·

y

1a

sierva de

ljj ,

le r . ponclia: no te conviene; no quiere

Dios que 01ga.•. 1\Iu rta pues la

ierva de Dios, como

estaba haqiendo tantos milagros, su herma.nas de la di–

cha señora sorda le dij eron con instancia: coge la ma–

no de la sierva de Dios

y

éntrate el dedo en el oído.

Cogióle una de su hermanas la mano,

y

entrándole el

dedo en el oido, apartó la ierva de Dios la mano, do–

blando el dedo, como

i

c. tuviera viva. Y repitiendo la

misma diligencia por tres veces, hizo la propia accion:

con esto dijo la sorda, no me lo pongan mas, que lo quo

me decía en vida me dice difunta; y así ha permanecide