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lucero· fijo, hácia el Cielo, y que en e ·ta conformida'l
di6 do boqueada ; porque olo
me
detuve como un
dos credos
á,
esto espectáculo, pue alí turbada, con·
ion–
do á avi ar ele la novedad, y lo estaban toda ; de suerte:
que diciendo unas que doblaran decían otras, no doblen
que e"tá arrobacla. Pero asi do e ·to quo yo ví, como de
los demas que refiero, fueron testigos la monéionacla
hermana JuanP, ya difunta, y la hermana Ventura de la
Santísima Trinidad, que aun vive, de quienes, y de mí
lo ha oido varias veces toda esta Santa comunidad, que
desde ent6nces está noticiosa y cierta de este suceso,
porq·ue todas la demas hermanas (de las cuales viven
algunas y que se nombrarán en el capít lo siguiente)
estaban en el coro alto, que iban á r ezar vísperas, y
cuando bajaron á los gritos y lágrimas de las que lo
vieron,~a
h:¡bia espirado. Sábado diez y siete dé Agos–
to
á
las dos de la tarde.
Paréceme conveniente poner aquí el r eparo que yo
y
toda la comunidad hemos hecho, y es, que despues que
estamos en la clausura han muerto en
distint~)S
tiempos
dos religiosas: la una, la hermana Maria Josefa de la
Santísima Trinidad, sobrina de la sierva de Dios; otra,
la hermana
Catal~na
de San Juan, y en ambas hicimos
el reparo, qu_e-de que empezaron á agonizar, y todo el
tiempo
q~e
las estuvo ayudando á bien morir el Padre,
estuvieron puestas en cruz echadas en sus camas, y
viéndolo nuestra Madre Priora Grimanesa Josefa de
Santo Toribio, les recogía repetidas veces sobre el pe–
cho los brazos, que tenían eXJtendidos en forma de cruz,
y
los volvían
á·
extender,
h~sta
que espiraron en cruz:
vi6 esto con asombro toda la comunidad.
Se~
Dios ala-
bado por
to~o.
·
Despues de escritos los dos sucesos que quedan refe–
ridos, añado los siguientes en este año en que estawos
de 1747, en el mes de Abril, para mayor honra
y
gloria
de Dios,
y
aprecio del Instituto Nazar.eno,
y
veneracion
de mi Madre Antonia, pues han sucedido despues de ha-