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229

tacl particular

r~

la general, el intcres de uno

~11

intere:1

de todoR: su mision espontánea, que en nada contraj

l'Ía

la volnutad ni la independencia.

"N

o hay opre–

>>

sion, dice Rainal, en una surnision ·volulltaria: dulce

)) irnpério de la opinion." SaH Ignacio decia, qne

"no

;>

estaba prohibido hacer observaciones al superior."''

~:1

jesuita puede raciocinar sobre su obedieucia, corno

110

puede el soldado ni aun el oficial." .

17.

RESPUESTA.

Desde Juego

"en

lo salones del

n1nudo no se puede juzgar de ]as

interiol'id~tdes

de

una

órdetl

relijiosa;" n1as por

C$0

¿tendrán obliga–

ciou

las autoridades, que habitan en salones del rnun–

do, de reconoceros,

y

adrnitiros

y

abriros eus bt·azos?

¿Obligados

á

recibiros sin conoceros, á vosott·os que

tonlabtt.is

un l10lnbre que se os negaba,

a

vosotros que

no sabiais definiros,

y

que apurados

os

llan1asteis Jos

tales cuales?

¿Obligados despües de conoceros en

tan–

tos años de

esperie1~cia

que os 'condena? ¿No ·podían

los

gobicw110s

rejir

á

los pueblos sin vosotros, ni

po~

diau · enseñar las universidades, ni eir los fieles fruc–

tnosantente la predicacion? ¿Podrá mirar con indo–

lencia

un

gobierno, que sectas interesadas llenert de

ideas erróneas y perniciosas

á

la juventud, y la con–

duzcan á -prec1 picios?

Y

dejando

á

un lado 'las estra–

vagal1cias

y

los errores inocentes, ¿podria

d~senten­

derse ele los que degradan la dignidad hun1ana,

y

ha–

cen desgraciada toda la vida en un rato de a1uciua–

Iniento't ¿A pesar de todo queríais ser recibidos'? Qne–

riais pues serlo conlo por de recho de conquista. :Los

gobiernos no se contraian á exmuinar las reglas iute:.

riores de vuestra vida relijiosa., sino á sabel' lo qne

erais; si vuestra regla era

iuco111patible

con derechos

ajenos, coa el sosiego público,

y

si dejabais de sor

ho1nbres por ser jesuitas

18.

"La.

vida del claustro es

la

antÍI)oda de la vida

del n1undo" ¿No era este un avi so á los gobiernos

y

parla1neutos, para que no os achnitie1·an? .Antípodas

del rnundo

¿

qué quereis en el n1unclo? ¿Acaso su vi–

da es vuestra vida? ¿O vivís en él para convertirlo?

Pel'o en verdad, ¿vues tra vida no era en gran parte

Üu

vida del n1unclo '? "El n1uudo de todo echa n1ano,

t odo lo pone en n1ovitnieuto para adquirir rique–

zas."

·y

¿vosot~·o s

nunca jam:ís habois echado n1a-