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eon la
del soldado. Sin embargo, queda pendiente la
/ cuestion de saber- donde será rnas fuerte
y
chocante la
obediencia,
si
en los cuarteles
ó
en los claustro¡-; de los
jesuitas. Pata el jesuita que piensa
y
raciocina,
dejó es·
<crita esta sentencia el padre Suarez-"habiendo pro·
habilidad por utut
y
otra parte,
es
mas elejible aquella
á
que
se
une la razon de la obediencia. Corre la
ré·
gla
aun en _el"cas·o
de
nl'ayor probabilidad en contra·
rio, especialn1ente cua.ndo la antoridad del superior
~urnenta
n1ucho la probabilidad.»
·
1
20. En apoyo del
espionaje
y
]a
denuncia
se espresa
:asi el defensor-"ellos han pasado
á
las costuntbres
públicas. ¿Qué otra cosa es la tribuna y
ls
prensa, es–
tas dos grandes voces que de tan lejos resuenan?
Los
n1iembros de un cuerpo legislativo tienen derecho de
denunciar en la tribuna los fraudes, los aqtos de co–
bardía, las exa-cciones injustas, las violencias de la ley.
El ministro por su parte puede acusar al diputado de.
arnbicion
6
de conspiracion.
Y
para llegar
á
este puú–
tO' ¡cuántas penas, cuantas degradaciones se han teni–
do
que sufrir!»
21.
l{ESPUES'TA.
Si el espionaje y ]a denuncia son
'Vituperables, con1o lo es todo lo que se hace
á.
hurtadi..
llas
y
como
á
traicion, lo serán en toda clase de
cor~
poraciones
6
autoridades, cualesquiera que sean su
11ombre
y
su objeto; pero decir que el espionaje y la
denuncia han pasado
á
las costun1bres públicas, es ca–
l
unlniar atroz1nente
á
nuestro siglo, que tiempo hace
Jto
pnede tolerae el non1bre de
inquisicion;
ni
de cuan–
to se
le
parezca. Por lo que hace
á
la
calificacion
que
hace
NI.
Cretiueau-Joly de los actos
públicos
y solmn–
nes cou que los funcionarios
públicos,
cada cual segun
su
índ'ol~
y
oficio propio, están obligados
á
perseguir
']os delitos ele los mnpleados
p{¿blicos,
es
ocurrencia
tan
111iserable que no merece refutacion,
y
que
de::~honra
la causa
y
al
defensor.
§
....
o
u.
:22.
~'En
la opinion de los que tienen relacionei
c~u