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208

ht•e, degrada á sus súbditos, los hace

bcleulos

en

St1~

h1anos,

caclavwres

se~un

su voluntad,

y

da n1alos ejen1..

plos

á

las Naciones,

á

las cuales les roba sus honl–

Lres para•hun1i1larlos.

Y

luego levantat hasta el cielo

sn

orijen, ala1)atse

á

si

rt1isn1os los jesuitas en su con1.pañia,

y

solicitar

y

n1ultiplicar sus pt•ivilejios para distinguirse; nada de

esto era cristiano

ni

propio de una compañia de

J

e–

sus. Añádese el singularisn1o privilejio, docun1en–

tado por los mismos jesuitas; de que al morir

un

je–

suita,

J.

C. sale

á

l'~cibirle;

y .

de que por el espacio

de trecientos años todos losjesttitas se salvarían;

y

ele

que,

siu

limitacion de tien1po, se salvarían todos–

¡

O fottunatam Jesu societatem, qure adscriptos sibi socios

aptos (/:_terno:; felicitati, vel invenit vel facit!

Si11 en1bargo, estos predestinados sufrieron desde

el principio contradiccion,

y

no de impíos ni

de~crei­

dos, sino de varones sesudos

y

timoratos;

y

posterior·

1nente hasta los propios jesuitas hablaban del desae-

reglo

y

enfern1edades de su compañia.

.

.

Ha llan1ado particularn1ente la atencion ese prunto,

ese furor de acun1ular riquezas, que de profesion

y

por voto no podían ni debían tener,

y

acun1ularla~

iuconn1ensurablmnente, con la burlesca distincion, do

que no eran para las casas profesas sino para· los co–

l~jios

de estudios; co1110 sí todo ello, fuera de las ne–

cgociaciones,

DO

emprendidas

á

favor de los colejios,

no se hallára en la con1pañia al arbitrio del prepósito

general.

262.

Los padres jesuitas educaban

á

los pueblos

de las 1nisiones; pero co1no

á

rebaños

y

no como

á

hom–

bres. Fuera del sustento

y

el vestido, para otros eran

']as ganancias adquiridas con el sudor de los pobres in–

dios. Cuando se les elojiaba, era en reco1nendacion

del mérito

y

contraccion de sus directores;

y

cuando

se les presentaba como in1béciles, era para que otros

obráran en su nombre: nada Inas parecido

á

la servi–

dumbre.

· l{especto de la educacion de la juventud, han visto

1n1estros lectores, sobre el irrecusable testimonio dG

padres jesuitas, cuan atrasada, cuan estravagante lle–

gó á

estar,

y

cuan monacal

fué y

eurialística ó inqui–

sitorial;

cuan oqnivocado y supuesto ese

preten<lido