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·ehos
del
del
cuarlo voto.
Soi~
qw'zá
un
espíritu
siste~
1nado de dominacion que, n1nltiplicándose en todas
las formas y adoptando todos los disfraces, can1ina
siempre á su objeto, sobreponiéndose á todas las di–
íiuultadcs, obrando el bien con absolutit:nno, el mal
con absolutismo, esenciahnente absolutista en todos
los casos. Nosotros os juzgamos por vuestros frutos,
siguiendo una regla racional, y que tiene el n1érito
de haber sido en1ploada por J. C; pero el siste1na dol
1nisterio es todo vuestro.
"I.~a
rcputacion pern1anente no es efecto de la ca–
sualidad, la virtud la
fija.,
y
la calurnnia se estrella
contra una conducta jamás desn1entida. El bien que
hayan hecho losjcsnitas no equilibra los inconvenien–
tes de los males causados. Cuando el público se en- .
gaña respecto de personas vivas, se retracta.,
y
la pos–
teridad coloca en lugar honroso
á
los que murieron
cargados del odio público. Pues bien: el público juz–
ga que entre los jesuitas hay sujetos esti1nables,
y
de los cuales dice-no
son jesuitas,
pero el cuerpo es
1nalo: el público decide por los hechos en la esperien–
cia de dos siglos." Así se espresaban, un siglo hace,
dos ilustres 1najistrados;.y en este espacio de tien1po so
han acurnulaclo los acontecin1ientos para dar tostinlo–
nio contra la con1pañia.
26~.
¿Se dirá que los jesuitas de ahora no son lo
que sus antepasados, ni en inflnjo, ni en poder, ni en
preteusiones, ni en doctrinas, ni aun en el nombee
quizá? Pero esto deberia suponer un hecho incuestio–
nable, una verdad probada, de que los jesuitas de aho–
ra serian necesarios
ó
útiles
a
nuestras sociedades.
Admnas, ¿cual es la garantía que pudjeran traer para
evitar todo recelo é inspi ear confianza? Sus consti–
tuciones y reglas son las misn1as. Si el poder no es
el1nismo, tratan de recuperarlo con el inflt:0o de los
recuerdos en gente apasionada: si no encuen ti·an ri- ·
quezas, se en1peñan en adquiridas,
y
á
poco hacer las
tienen, aunque todavía · no tantas. ¿Qué in1porta el
traje, qué ünporta !?l nornbre? Jesuitas ó padres de la
fe
ó del sagrado corazon, ú otros nombres, .tienen el
ahnajesuitica, no rnudarán de propósito, no de cora–
zon, ni desn1etirán las intenciones de su gcmern] R.icci,
que preferia la estincion
á
que existieran de otro
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