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~

215 __:

y

el arte

de dirijir la intencion?

Y

si niegan los

de

ahora lo que antes se atribuía

á

antiguos jesuitas,

á

vista de los textos estampados en sus libros;· ¿,no lo ne·

gaban estos rni.smos; no llamaban calumniadores á sus

·adversarios; no desconocían sus propias doctrinas,

~us

hechos espantosos, como si

á

fuerza de audácia los hi–

cieran increíbles? ¿No los esplicahan con miserables

subterfugios, burlándose con in1pudencia de sinceros

é

inocentes in1pugnadores?

Y

luego se

pres~ntaban

audaces é impudentes

á

la faz de las Naciones, negan–

do la evidencia, como si ostentáran el descubrimien–

to de una perversidad esquisita, de una miseria nueva

·en

nuestra pobre hu1nanidad.

¿Qué dirán pues, qeé

harán los jesuitas de ahora, que no hayan dicho y he–

·cho sus antiguos padres? Oonvengan1os en que ellos

11.nismos han renunciado todo derecho

á

que se haga

algnna

diferencia,

y

añadamos, que la mirarían con1o

iusu1to.

270.

Y

¿por qué damos por supuesta la odiosidad

general contra los jesuitas? Tienen an1igos

y

protec–

tores. Pero ¿qui€nes s

on estos?

Empecemos separan–

do cu.idadosa1nente esa porci.on inocente

y

sencilla, tan

facil de atraer, ·cuando se emplea tono hnrnilde y conl–

pnnjido

á

nutyor gloria de Dios y servicio del prójin1o;

y

mucho mas si se le habla en comparacion de un n1un–

·do corrornpido

y

corruptor. I..Jos jesuitas no tienen de–

recho

á

co11tar entre los suyos

á

esta porcion incauta

y

nun1erosa, que no los conoce: esto seria contar entra

los adictos

y

secuaces

á

las pobres víctin1as. Diremos

proporcionaln1ente lo

mis1n~

de la parte sana, digua

de pertenecer

á

mejor compañia,

y

que si hubiera pe–

netrado los misterios recónditos en la clase doininan–

te

y

directora, no habría estado ahi; pero una vez en–

trada, no podeis nun1erarla entre.vuestros secuaces

y

anligos sino n1aterial

y

nominaln1ente, ó de por fuer–

.za..Por lo que hace á otros, hagamos algunas obser–

vaciones.

liay gentes, de inc1inacion

y

por sistmna absolutis–

tab, que no pueden avenjrse con la libertad, la jgual–

dad

y

la f¡·aternidad, palabra's en su concepto anárqui–

cas, necias

y

hasta heréticas;

y

tales gentes pertenecen

aHttnrahnente

á

la con1pañia, observante y defensora

del absolutis1uo en todos

SllS

sentidos. IIay otra

gen~