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~21-

positus generalern authotitatem ha,bet. regulas condencéi-ju.

bendi jus totwn penes

prmposüwn

erit.

Tal absolutismo

no es solo <le la forn1a sino tan1bién del fondo.

Sí ;

en

el fondo había fl_bsolutisnlo. Debiendo ceñirse

1

la~

constituciones y cuidar <le su observancia, podia

in~

terpretarlas,

y

sus iuterpretacio11es tenían la 1nisma

autoridad que

las

9onstitucjones, üwultad que, co1no

queda referido, se hizo dar el general Lainez en

un~

congregacion ge11eral, así c.on1o ]a de establecer reglas

él solo.

4. Bien podja ser libre

y

voh1nütrio el voto; pero

ello no bastaba para probar que andando et timnpo

estuviesen contentos los jesuitas bnj o la obediencia

del genera],.

y

"que

vi,~iesen

tan adictos

a

la C0111pa–

ñia, como los antiguos ron1anos

á

su pátria." Ay! N

o.

siempre el sor adictos

á

8U

pátria, es prueba de estar

contentos en ella. Los ciudadanos de una nacion cOJ'l–

qnistadora, por orgullo hacian ostentacion del nonl–

bre que los condtl'cia

á

la victoria. ¿Se daban ·por fe–

.Jices los romanos, estaban sie1npre content:os en ]a

ciudad eterna? Tambien Jos regnlares de las den1as

órdenes muan mucho sn ,instituto,

y

¿se dan por fe-

lices, están contentos todos?

·

Tenia de connu1 la cornpañia de

J

csus con los pue–

blos antiguos su n1anera de ser libre

y

feliz: conlpara–

cion que tendrá sen1ejanza, si al absolutis1no denlo–

crático de las antiguas repúblicas se'sostitnye el abso-

1utisn1o monarquico del padre general. Entónces se

tenia por compatible la libertad política con la sujo..

cion con1pleta del individuo á la autoridad. Todas

las acciones privadas estaban

s01n~tidas

á

una severa

vijilanci~,

y el gobernante n1ortificaba

á

los particu–

lares aun en las relaciones dornésticas. Todo lo con–

trario sucéde en . el moderno sistmna rle

libertad;

pues consiste ella en el derecho d

e ~~o estar

sotneti–

do sino

á

]as leyes; e\l uo poder sor 1nolesta.do ni dete–

nido por la voluntad arbitraria del gobet:nante; y en

no sufrir

traba~,

que nntes no se reputaban por inlpe–

dilnontos

ft

la libertad. El republican.o de oti·os tienl–

JlOS

era libre en la vida pública,

y

esclavo en la

pt~iva­

da, esc1avo con1o hon1bt·e,

y

libre como ciudadano.

En el siglo XIX deseamos la libertad como hombres