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~~v

)Jan1a,

dijo el P. Monroy, rector del

co1eg1o-"¿pat;~

qué son sesenta nlil pesos, sino para vencer estos plei...

tos?~'

¿Nada costó

á

los jesuitas la sangre inocente

de

Antequera, ni tuvieron per1niso de su general para

~·astar?

6.

"~l

general no pues1e disponer de la existencia

y

de la libertad de los jesuitas, sino para la gloria de Dioti

y

la salud de las aln1as." ¡Con que el general de.Jos

.jesuitas pnede disponer de

la existencia

de ,sus súbdi–

tos para la gloria de Dios

y

la salud de las aln1as!

A

ser injenua esta confesion, podría explicarse llana–

Inente la desaparicion de ciertos jesuitas; pero quere–

~nos

rnas bien suponer, que el defecto está en la tra.......

duccion

ó

en el impresor, si no ha sido noticia equi...

vocada del Sr. Cretineau-Joly.

"El

general tiene

á

su lado un vijilante

y

asisten–

tes." Pero ¿ese vigilante ó monitor

y

esos asistentes

impedirán el absolutismo del general, absolutisn1o

fundado en la n1isma institucion?

¿O

i.mpedirán el mal

,

uso que quiera hacer? Si se tratára de los asistentes

·:nombrados por el general cerca de los provinciales,

y

de cuya conducta tienen que darle cuenta secreta, el

pensamiento seria comprendido; pero ¿,el general

á

·quién ten1eria? ¿Quién n1oderaria los escesos de su

absolutisn1o? Los provinciales no eran dueños de re–

n:lover

á

los asistentes y monitores; mientras que el

.general, revestido de omnipotencia, no carecia de la,

facultad de apartar de su lado

á

sus asistentes

y

sosti–

tuirlos con otros de su confianza;

y

solo tenían voto

~onsultivo.

·

· 7.

Puesta en parangon

la

autoridad del papa

y

la

del general, no es dificil conocer en la prcática quien ,

ha podiclo n1as. Cuando no está de por medio el inte–

rés de la compañia, nadie corno los jesuitas se son1cte

tanto al papa, arinque sea con 1nengua de los prínci–

pes; pero en hallándose estimulados por ese interés,

nadie es 1nas independiente que ellos,cualesquiera que

-sean sus votos y los textos de sus constituciones. Los

jesuitas prometen en su cuarto voto obedecer al papa

-en las 1nisiones; nüentras que la obediencia

.al

gene–

ral

no tiene lhnites,y no hay que olvidar, que debe obe–

•trleoersele con1o

á

J.

C. Obediencia frecuente, con1o

no

!o

es~

ni puede

serlo

regularmente la eventual

al

papa~