218
hombres, sino
en la historia. I_Jos jesuitas no
e.ncüéff-*
'tran
ya lugar, fuera del lado de gobiernol:! absolutos;
.y
son
tnal vistos de los sinceros
y
constitucionales~
Los pueblos tampoco buscan jesuitas, enen1igos de su
independencia, libertad
y
otros derechos, siempre en
servicio de los déspotas. Ahora mis1no, en elJnomen–
to
en
qne escribi1nos á vista de la rela.cion de
los
su-·
cesos grandiosos de la magnánima
é
ilustre Italia, ¿de·
qué
parte están las jesuitas?
¿L&t
Italia les ·debe algun
se1;vicio, algun suspiro en ]a obra portentosa de su in–
dependencia
y
unidad?
¿Qué
jesuita ha estado
al
lado
de Víctor Manuel
ó
del ilustre Garibaldi? Del
otro
l'ado estaban, fomentando la dis:eordia con malos con_,
sejos
y
máximas de absolutismo, para perder
á
sus
aconsejados.
Si pues los jesuita&
no
dan garantia
de–
ser buenos directores; si caen con los reyes absolutos;.
si los constitucionales los repelen,
y
los pueblos cla-·
:rnan
por su nueva estineion,
¿cuál
es el lugar que cor-.
responde á los jesuitas en la sociedad civil? Ninguno.
Su
historia los condena; su mandato-
de
resurreccion
fue irreflexivo; su conducta posteriar renueva la odio–
aidad de su no1nbrc,
y
otra vez los haee intolerables;·
están de
n1as
en el siglo, no tienen mision,,
sv
vida
~Si
aparente,
y
son
con1o
cadáveres gal:vanizadoi..
-·-·---
.
(