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hombres, sino

en la historia. I_Jos jesuitas no

e.ncüéff-*

'tran

ya lugar, fuera del lado de gobiernol:! absolutos;

.y

son

tnal vistos de los sinceros

y

constitucionales~

Los pueblos tampoco buscan jesuitas, enen1igos de su

independencia, libertad

y

otros derechos, siempre en

servicio de los déspotas. Ahora mis1no, en elJnomen–

to

en

qne escribi1nos á vista de la rela.cion de

los

su-·

cesos grandiosos de la magnánima

é

ilustre Italia, ¿de·

qué

parte están las jesuitas?

¿L&t

Italia les ·debe algun

se1;vicio, algun suspiro en ]a obra portentosa de su in–

dependencia

y

unidad?

¿Qué

jesuita ha estado

al

lado

de Víctor Manuel

ó

del ilustre Garibaldi? Del

otro

l'ado estaban, fomentando la dis:eordia con malos con_,

sejos

y

máximas de absolutismo, para perder

á

sus

aconsejados.

Si pues los jesuita&

no

dan garantia

de–

ser buenos directores; si caen con los reyes absolutos;.

si los constitucionales los repelen,

y

los pueblos cla-·

:rnan

por su nueva estineion,

¿cuál

es el lugar que cor-.

responde á los jesuitas en la sociedad civil? Ninguno.

Su

historia los condena; su mandato-

de

resurreccion

fue irreflexivo; su conducta posteriar renueva la odio–

aidad de su no1nbrc,

y

otra vez los haee intolerables;·

están de

n1as

en el siglo, no tienen mision,,

sv

vida

~Si

aparente,

y

son

con1o

cadáveres gal:vanizadoi..

-·-·---

.

(