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_;:. 216

te

fan~tica,

qne Uamadogmas cristianos sus pretensío..: ,

11es de partido;

y

no puede encontrar lugar 1nas ade–

cuado

y

n1ejor apoyo que entre jesuitas. La l1ay tam–

hien arnbiciosa de poder y laxa de costurnbres

y

opi–

niones, sin querer reparar en n1edios para llegar

á

sus

fines;

y

los jesuitas como nadie facilitan

á

esta gente

1nedios

y

doctrinas para conseguirlo. Otra gente hay, ,

que no tiene en relijion

y

en política sino un solo prin–

cipio-el cgoisn1o, y se reviste de todas las forn1as,

adopta ostensiblemente todos los símbolos,

y

en1plea

el lenguaje de todas las conciencias: ¿no se avendrá

esta gente con la c01npañia? Añadid la emulacion, la

venganza de los que, por ódio

á

sus enemigos, adn1iten

y

sostienen todo lo contrario de lo que estos llevan,

y

que por no ser partidarios de los jesuitas, ellos se hacen

t.aJes. Todas estas y otras parecidas gentes son secua–

ces

y

an1igas

y

protectoras de los jesuitas.

¿Pueden

ellas dar

ho~ra

á ninguno?

·271. Los jesuitas sostienen una causa n1uy coro....

pron1etida, pues para ser justos ellos y tener razon, se–

ria indispensable, que todo el n1undo n1intiese

y

fuc–

ee injusto. Digán1oslo otra vez. Injustos fueron enton–

ces los varones doctos

y

santos, que estuvieron contra

la con1pañia, para-que no se introdujera, para que fue–

ra espulsada de los

I~stados,

para que se estinguiera.

Injustos, en vidiosos los obispos que se quejaron de ella.

y

dieron inforrnes adversos: injustos los príncipes, det;–

conocedores de su propio interés

y

del de sus pueblos,

cuando estrañaron

á

los jesuitas; injusto

y

enen1igo de

la iglesia el papa, que estinguió una órden

tan,

útil y

santa.

Iujustos todos, todos hicieron mal, errarori mi–

serabletnente,

y

su conducta contra ln con1pañia fué

persecucion, ódio, irreligion,

i

n1pieclacl; víctin1as ino–

centes los jesuitas. ¿Qnereis pues ser justos, para que

todo el n1undo sea iujusto?

Pero recordad, que los cargos <J_ue se os han hecho

desde el principio han sido sien1pre los rnisn1os. No

es posible que distintas generaciones sin concertarse

1n1as con otras, sin preveneion, sin envidia, hubiesen

~convenido

en unos rnisn1os cargos, si estos

no

fueran

fnndados,

y

no hubiera vicios radicales en

h1

institu–

cion. No, no: las quejas contra vosotros eran justas;

vuestros acusadores

~enian

razon,

y

los

injustos sois